Hasta siempre, ‘Interviú’

La desaparición de una revista siempre es una mala noticia, pero esta vez es una tragedia para todo el país

Portada de 'Interviú' protagonizada por Marisol en 1976.

Era yo muy niño. Estaba con mi madre en una mercería de San Sebastián donde además de botones y lencería se vendían revistas cuando la dependienta se puso a agitar ante las narices de las clientas un ejemplar con una chica semidesnuda en portada. “No sé adónde vamos a llegar, esto es una vergüenza”. No sé si fueron estas las palabras exactas pero a mí aquello me dio mucho pudor y bastante curiosidad (no creo que hubiera visto una teta antes). Mi madre pagó el Don Miki que habíamos ido a comprar y salimos de ahí sin que me hiciera ningún comentario. Eran esos tiempos. Sucedió en 1976. ...

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Era yo muy niño. Estaba con mi madre en una mercería de San Sebastián donde además de botones y lencería se vendían revistas cuando la dependienta se puso a agitar ante las narices de las clientas un ejemplar con una chica semidesnuda en portada. “No sé adónde vamos a llegar, esto es una vergüenza”. No sé si fueron estas las palabras exactas pero a mí aquello me dio mucho pudor y bastante curiosidad (no creo que hubiera visto una teta antes). Mi madre pagó el Don Miki que habíamos ido a comprar y salimos de ahí sin que me hiciera ningún comentario. Eran esos tiempos. Sucedió en 1976. Lo sé porque la nueva revista que tanto escandalizaba a aquellas señoras era el Interviú y la fecha de su lanzamiento se ha repetido mucho estos días con motivo de su muy triste cierre.

"A lo largo de toda mi infancia 'Interviú' se convirtió en el único aliciente que tenían mis lunes por la mañana. Ni en mis mejores sueños se me pasó entonces por la cabeza que algún día trabajaría en la revista"

A lo largo de toda mi infancia la revista se convirtió en el único aliciente que tenían mis lunes por la mañana. En mi camino al colegio, miraba de soslayo a la nueva chica de portada que me saludaba desde el escaparate de una papelería que estaba en mi ruta. Ni en mis mejores sueños se me pasó entonces por la cabeza que algún día trabajaría en Interviú. Lo hice durante dos años dislocados en lo personal, pero por lo demás apasionantes. Hice buenos amigos y supongo que algún que otro enemigo y en todo momento me sentí vigilado por la dulce Marisol, que presidía la redacción desde una enorme reproducción de su portada colgada en una pared. Supongo que estaba ahí para que no olvidáramos que trabajábamos en una cabecera que era historia bendita de este país.

Cuando salí de allí para iniciar otra aventura me quedó, como casi siempre, la sensación de que podía haber dado algo más. Bueno, qué coño, en realidad me fui con la impresión de no haber sabido estar siempre a la altura de una revista tan enorme como Interviú. Lo siento en el alma, compañeros.

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