La cama del amor de Carlo Colombo

Sin nostalgia pero sin prisa, las nuevas piezas de Carlo Colombo y Antonio Citterio para Flexform ilustran lo bien que se llevan en Italia arquitectos, industriales y clientes

Cama Isabel, de Carlo Colombo para Flexform.

De la silla al sofá y del sofá a la cama. Parece el relato de una cena romántica (o no), pero también es la evolución que ha experimentado la línea Isabel de Flexform, diseñada por Carlo Colombo. Tras los primeros sillones, de 2014, y las butacas que presentaron en 2016, este año llega una cama de estructura elegante cuya particularidad reside en el tapizado de piel que la recubre del cabecero a las patas. Colombo colabora desde hace años con esta firma italiana que ejemplifica a la perfección el milagro industrial de la Brianza.

En los años sesenta, esta región del norte de Italia vivi...

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De la silla al sofá y del sofá a la cama. Parece el relato de una cena romántica (o no), pero también es la evolución que ha experimentado la línea Isabel de Flexform, diseñada por Carlo Colombo. Tras los primeros sillones, de 2014, y las butacas que presentaron en 2016, este año llega una cama de estructura elegante cuya particularidad reside en el tapizado de piel que la recubre del cabecero a las patas. Colombo colabora desde hace años con esta firma italiana que ejemplifica a la perfección el milagro industrial de la Brianza.

El diseñador Antonio Citterio coordina las colecciones de Flexform desde hace 40 años. Este año firma además varias piezas clave de la colección. Butaca Adda (derecha).

En los años sesenta, esta región del norte de Italia vivió un encuentro muy fructífero entre pequeños talleres familiares de ebanistería, forja y tapicería y arquitectos milaneses recién licenciados. La personalidad de Flexform quedaría definida en los setenta, cuando sus responsables decidieron dar la espalda a la tendencia nostálgica para centrarse en diseños que no recordaran a nada más que a ellos mismos.

Mesita auxiliar Estee.

La clave de las piezas que han presentado este año reside precisamente ahí: en su vanguardismo confortable y formas suaves, pero no blandas, y en los colores sobrios, que no aburridos. A las pruebas nos remitimos.

El primer taller Flexform di Galimberti abrió sus puertas en 1959. En los setenta sus herederos lo industrializaron.

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