Editorial

Antes Alemania que el SPD

El partido de Schulz asume riesgos al negociar una nueva gran coalición, pero también oportunidades

Martin Schulz, líder del SPD.HAYOUNG JEON (EFE)

El Partido Socialdemócrata alemán sabe bien que las grandes coaliciones como las que ha facilitado en el pasado perjudican al socio menor, que no suele capitalizar en votos su sentido de Estado en aras de la gobernabilidad del país. Por ello, pero también por no conceder a la pujante ultraderecha alemana la categoría de líder de la oposición, el SPD de Martin Schulz había rechazado esta vez negociar con Merkel, que no obtuvo en las elecciones de septiembre mayoría suficiente para gobernar.

Este jueves, no obstante, ...

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El Partido Socialdemócrata alemán sabe bien que las grandes coaliciones como las que ha facilitado en el pasado perjudican al socio menor, que no suele capitalizar en votos su sentido de Estado en aras de la gobernabilidad del país. Por ello, pero también por no conceder a la pujante ultraderecha alemana la categoría de líder de la oposición, el SPD de Martin Schulz había rechazado esta vez negociar con Merkel, que no obtuvo en las elecciones de septiembre mayoría suficiente para gobernar.

Este jueves, no obstante, el primer congreso del SPD celebrado tras el batacazo electoral —20,5% de los votos— decidió dar un giro a sus promesas y autorizar a Schulz el inicio de negociaciones con Merkel para faciliciar una nueva gran coalición. La decisión es compleja y tiene riesgos: las voces internas del partido, especialmente las juventudes, clamaban por reconstruirse desde la oposición; la canciller es especialista en rentabilizar los éxitos de políticas muchas veces promovidas por el SPD; y la ultraderechista AfD, que irrumpió por primera vez en el Bundestag con 5,8 millones de votos (el 12,6%) conseguirá el gran altavoz que supone ser el primer partido de la oposición al aliarse los dos primeros.

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Los riesgos son por tanto grandes, aunque algunas oportunidades también se abren paso: Schulz se propone impulsar una gran programa europeo que coincide con los impulsos de Macron en París y con las voces que demandan una mayor integración. También quiere influir en términos de inmigración. Y, sobre todo, evitar el coste de una repetición de elecciones por la que los votantes le pueden penalizar.

La tesitura no es fácil, pero el SPD ha optado por aferrarse a las oportunidades y al sentido de Estado frente a los intereses partidistas. En la mira de luces largas está sin duda también la búsqueda de un modelo que intente dar nueva vida a la socialdemocracia europea, que vive horas muy bajas más allá de la frontera alemana.

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