El “resto de España”

No estaría mal aprovechar la carrera hasta el 21-D para plantearnos por qué es mejor (o peor) idea afrontar los retos juntos

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los diputados.Uly Martín

Dos nuevos caminos se han abierto esta semana en España. Llevan a lugares muy distintos, pero a ambos les espera un largo y profundo recorrido. El primero empieza en los juzgados: tras un arduo camino, el PP se sienta en el banquillo de los acusados. El segundo, en el Congreso, donde se han iniciado las negociaciones para buscar un pacto transversal que afronte los problemas de la educación en el conjunto del país.

Para el independentismo estos caminos pasan muy lejos de Cataluña. No van con ellos, sino con un hipotético “resto de España” cuyos problemas son distintos y ajenos. Pero, ¿e...

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Dos nuevos caminos se han abierto esta semana en España. Llevan a lugares muy distintos, pero a ambos les espera un largo y profundo recorrido. El primero empieza en los juzgados: tras un arduo camino, el PP se sienta en el banquillo de los acusados. El segundo, en el Congreso, donde se han iniciado las negociaciones para buscar un pacto transversal que afronte los problemas de la educación en el conjunto del país.

Para el independentismo estos caminos pasan muy lejos de Cataluña. No van con ellos, sino con un hipotético “resto de España” cuyos problemas son distintos y ajenos. Pero, ¿es así? Empezando por la corrupción, ni los mecanismos de financiación de partidos ni la elevada politización de la Administración son distintos a un lado y al otro del Ebro. Hasta en porcentajes se coincide: el famoso 3% de la antigua Convergència se mira en el espejo del presunto “2%, 3%” para el PP que citaba el empresario Rafael Palencia en una declaración recogida por el sumario del caso Bárcenas.

Como tampoco son muy diferentes los problemas en el ámbito educativo. Así, el porcentaje de abandono escolar catalán coincide con la media estatal; la desigualdad en las aulas y el riesgo de exclusión no desaparecen al cruzar desde la vecina Aragón; y sus resultados de PISA están en la mitad alta de la tabla, cerca de La Rioja o de Cantabria, pero sin llegar a los niveles de Castilla y León, y sin despegarse de la tónica general.

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Ambos ejemplos prueban que, sencillamente, Cataluña y el resto del país no son entes políticos tan distintos como algunos pretenden. Hay particularidades, sí, y en algunos aspectos clave (la lengua, sin ir más lejos) las diferencias son más acusadas. Pero también Asturias, Galicia o Canarias tienen sus cosas. El “resto de España”, en realidad, no existe sino como simplificación necesaria para el independentismo.

Por lo demás, todas ellas comparten entorno institucional, líneas generales de política pública y organización administrativa. Y lo más importante: comparten retos. No estaría mal aprovechar la carrera hasta el 21-D para plantearnos por qué es mejor (o peor) idea afrontarlos juntos. @jorgegalindo

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