Cartas al director

Trescientos fuegos

Me niego a aceptar más excusas. Estamos sobrepasados por una ola incendiaria fuera de época, más virulenta y agresiva de “lo habitual”, sí. Porque ya nos hemos acostumbrado a “lo habitual”, ¿no?, a que Galicia se queme entera cada verano. A que las lluvias del otoño y del invierno causen después deslizamientos mortíferos de ceniza y tierra erosionadas. A que los planes de prevención ganen concursos de literatura de ciencia ficción. A que nos inviten a soñar que llueve, a ver si así se extinguen los incendios. Yo prefiero soñar con un día en el que nunca máis deje de tener sentido. Y, ...

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Me niego a aceptar más excusas. Estamos sobrepasados por una ola incendiaria fuera de época, más virulenta y agresiva de “lo habitual”, sí. Porque ya nos hemos acostumbrado a “lo habitual”, ¿no?, a que Galicia se queme entera cada verano. A que las lluvias del otoño y del invierno causen después deslizamientos mortíferos de ceniza y tierra erosionadas. A que los planes de prevención ganen concursos de literatura de ciencia ficción. A que nos inviten a soñar que llueve, a ver si así se extinguen los incendios. Yo prefiero soñar con un día en el que nunca máis deje de tener sentido. Y, por desgracia, hoy no es ese día.— Daniel Alberte. Santiago de Compostela (A Coruña).

Galicia y Asturias no arden; a Galicia y a Asturias las queman. Una vez más nosotros, aquellos que clamamos ser más evolucionados que el resto de seres vivos basándonos en unos criterios establecidos por nosotros mismos, somos los responsables de una de las tragedias medioambientales más dramáticas de la historia.

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Hay centenares de familias desalojadas, miles de niños asustados e incalculables pérdidas materiales que, aunque no parezcan nada en comparación a las pérdidas humanas, lo son todo para aquellos que ya no tienen un hogar al que volver.

Trescientos fuegos son demasiados para un pirómano o un grupo de ellos. Trescientos fuegos son suficientes para creer que hay intereses económicos tras las miles de hectáreas quemadas. Trescientos fuegos son una clara muestra de que el ser humano es el peor enemigo de la Tierra.— Nerea García Aguilà. Barcelona.

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