CLAVES

Extraña seducción

Quizá haya que plantearse cómo podemos contrarrestar esa propuesta de que el fanatismo religioso da sentido a la vida

Miembros de la comunidad musulmana en Ripoll

Con su ironía destructiva para construir profecías distópicas, Houellebecq señalaba: “Empiezas a sentirte un poco incómodo en tu vida y acabas por aspirar al establecimiento de una república islámica”. Es, obviamente, una boutade: la cosa es más compleja. Por eso sorprende poco que no se coincida sobre el porqué del radicalismo yihadista. Tratamos de dar con explicaciones pero, al final, nos topamos con excepciones que derrotan presupuestos anteriores.

Es lo que ha ocurrido con los chicos de Ripoll, integrados y sin condiciones objetivas para dejarse convencer por las prédicas...

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Con su ironía destructiva para construir profecías distópicas, Houellebecq señalaba: “Empiezas a sentirte un poco incómodo en tu vida y acabas por aspirar al establecimiento de una república islámica”. Es, obviamente, una boutade: la cosa es más compleja. Por eso sorprende poco que no se coincida sobre el porqué del radicalismo yihadista. Tratamos de dar con explicaciones pero, al final, nos topamos con excepciones que derrotan presupuestos anteriores.

Es lo que ha ocurrido con los chicos de Ripoll, integrados y sin condiciones objetivas para dejarse convencer por las prédicas del aciago imán. No estamos ante personas torturadas por la discriminación, el desdén o la marginación en un país extranjero. Al parecer, eran buenos miembros de la comunidad, “aceptados” y con las mismas expectativas de futuro que cualquiera de sus compañeros. No había atisbos de actitudes nihilistas, beatería musulmana o similares.

Pero se dejaron convencer. Lo que les ofrecía el imán (el odio al infiel, el martirio por la causa yihadista) pudo más que esa vida “normal”. Si este no hubiera interferido en sus vidas, habrían sido como cualquier otra. Sin esa “oferta” no se habrían radicalizado. Sin duda tenían demandas insatisfechas o aspiraban a dar un mayor sentido a su vida, pero eso no explica el inmenso salto hacia el asesinato masivo y la inmolación.

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La clave quizá la apuntara el primo de uno de ellos: “Sí, hemos crecido aquí, pero al final siempre somos y seguiremos siendo los moros”. A pesar de todo, existe un desajuste entre su pertenencia a un grupo minoritario y la sociedad que habitan. Esa incongruencia de estatus no se detecta con facilidad, está presente en otras minorías y no basta para radicalizarse. Solo algunas buscan en el fanatismo religioso una vía de escape. ¿Qué es entonces lo que les seduce de él? ¿Por qué esa fascinación de jóvenes desbordantes de testosterona ante la estética de la muerte, el martirio y la violencia? Quizá haya que plantearse cómo podemos contrarrestarla. Además de las medidas policiales, nos corresponde pensar en esa contraoferta capaz de impedir que la otra tenga sentido. @MariamMartinezB

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