Dentro y fuera

La construcción un líder no debería depender exclusivamente del entorno socioeconómico

Donald Trump durante un discurso en Varsovia el pasado mes de julio.SAUL LOEB (AFP PHOTO)

Cuando la política cae en el desprestigio, nadie quiere ser político. Cuando lo de dentro no vende, todos quieren estar fuera. Ya llevamos media década con esto, pero el fenómeno no arrecia. Y toma formas muy distintas. Una de las últimas es una carrera (un tanto vergonzante) en Twitter por ver quién es más hijo de clase obrera. O más periférico. O más republicano, pero de sangre.

Lo curioso es que la mayoría de los que se meten en esa carrera vienen más bien de la élite política, sea de Madrid o local. Hijos, nietos incluso de altos cargos, que poco tienen que envidiar en su contorsion...

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Cuando la política cae en el desprestigio, nadie quiere ser político. Cuando lo de dentro no vende, todos quieren estar fuera. Ya llevamos media década con esto, pero el fenómeno no arrecia. Y toma formas muy distintas. Una de las últimas es una carrera (un tanto vergonzante) en Twitter por ver quién es más hijo de clase obrera. O más periférico. O más republicano, pero de sangre.

Lo curioso es que la mayoría de los que se meten en esa carrera vienen más bien de la élite política, sea de Madrid o local. Hijos, nietos incluso de altos cargos, que poco tienen que envidiar en su contorsionismo discursivo al discurso de Trump, que pasó de aspirar a ser aceptado en el círculo de millonarios de Nueva York, a identificarse como el hijo de obreros del Medio Oeste que está harto de la Costa Este.

Pero la verdad es que tanto unos como otros vienen de ciertos entornos privilegiados. Es decir: de muy adentro. Siguen en su declinación periférica, convencidos de que apelan a los excluidos. Pero en realidad sólo les escucha quien quiere sentirse excluido, quien aspira a ser pobre sin realmente serlo.

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No es fácil cambiar esta dinámica, incorporando tanto a los electores como a los elegidos que tienden a quedarse realmente al margen. El deterioro de los sindicatos, antaño sistemas de promoción política, dificulta la tarea. Pero quizás, por eso mismo, es más necesaria que nunca. El discurso de los trabajadores, sobre todo de los jóvenes y verdaderamente precarios, sigue huérfano. A la espera de que alguien lo tome. Alguien que no intente hacerse pasar por algo que no es, claro.

Es inevitable que la élite intelectual se reproduzca, pero la construcción de un líder no debería depender exclusivamente del entorno socioeconómico. Más aún: quienes hoy día se venden como nuevos líderes, salvadores ajenos a dicha élite, deberían ser señalados como lo que son. Más por transparencia que por otra cosa. Porque, como dice y repite siempre un célebre político español, miembro del grupo que quiere ser outsider pero que en realidad ha nacido y crecido en el corazón de la élite intelectual patria, “la política, o la haces, o te la hacen”. @jorgegalindo

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