El giro

Hoy, bajo el paraguas emocional de la nación, muchos sujetos permanecen invisibles

La libertad individual ha dejado de verse como valor.Getty Images

Hubo un tiempo en el que la democracia dejó de entenderse como un modelo de desarrollo individual y se redujo a celebrar religiosamente al pueblo en abstracto. Las personas ya no eran el punto de referencia sobre el que pensar el sistema político; primaba la idea de una voluntad general, simplificada en un equívoco hecho mayoritario. La sociedad de individuos, iguales en dignidad, cedió ante la recomposición de un “nosotros” nacional dibujado con el rostro vengativo del rechazo a los indignos de ese demos.

El mantra de construir un pueblo venció a la aspiración de hacer una soc...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hubo un tiempo en el que la democracia dejó de entenderse como un modelo de desarrollo individual y se redujo a celebrar religiosamente al pueblo en abstracto. Las personas ya no eran el punto de referencia sobre el que pensar el sistema político; primaba la idea de una voluntad general, simplificada en un equívoco hecho mayoritario. La sociedad de individuos, iguales en dignidad, cedió ante la recomposición de un “nosotros” nacional dibujado con el rostro vengativo del rechazo a los indignos de ese demos.

El mantra de construir un pueblo venció a la aspiración de hacer una sociedad en común, y cuando todo exigía hacer más compleja la democracia, esta se simplificó. Desapareció el debate de ideas ante la economía de los eslóganes. La libre crítica, singular y espontánea, convirtió a sus practicantes en traidores, apóstatas y blasfemos. Al parecer, la discusión racional era elitista. Todo lo logrado frente al peso del dogmatismo, la opinión pública o la presión moral de una mayoría sobre la libertad individual dejó de verse como valor.

En lugar de extender el campo de juego de las identidades cruzadas, ampliando así nuestra libertad de acción y pensamiento, se las presentó como excluyentes: era más emancipador encajar la plasticidad en la sola voz. Fueron los profetas de la autenticidad quienes, en nombre de la democracia, practicaron ese “antagonismo administrado”. Y se dijo con razón que había una crisis de representación.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Antes que ampliar sus cauces, se prefirió proyectarla sobre una ficción aritmética que aprehendiera en una masa homogénea nuestras historias singulares. No quisimos profundizar en la complejidad de la representación; entender que su opuesto no es la participación sino su ausencia misma. Hoy, bajo el paraguas emocional de la nación, muchos sujetos permanecen invisibles. El pueblo, ahora, es un “plural de condiciones minoritarias”, disueltas en dinámicas totalizadoras. ¿Qué pasó entonces? Que una parte nos lo vendió como lo progresista y democrático, y la otra miró hacia el otro lado. @MariamMartinezB

Archivado En