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Voluntarios españoles por el mundo

Os presentamos a algunos de los jóvenes que ponen su tiempo y conocimientos al servicio de los demás, un trabajo que no se puede remunerar con dinero

Born City (Tanzania) es un barrio que carece de suministros básicos, de tiendas y de distribución de bienes. El proyecto Chagua Maisha, del que Ignacio Core López de Arenosa es coordinador de la Comisión de Financiación, trabaja para mejorar todas esas carencias. No se trata de la primera experiencia de voluntariado para este madrileño de 22 años, pero sí de su estreno en el mundo de la cooperación. "En 2012, con 17 años, participé en un viaje de sensibilización por Camerún con otros jóvenes y fue allí cuando decidí que quería estudiar algo relacionado con el sector", asegura Core, alumno de un doble grado en Relaciones Internacionales y Economía en la Universidad Rey Juan Carlos en Fuenlabrada (Madrid). La mayoría de los programas de voluntariado universitario (alrededor del 70%) se lleva a cabo en España. El 55% de las universidades emprende acciones fuera de España. Los países que reúnen el mayor número de iniciativas son Perú, Nicaragua, México, Colombia, Mozambique y Senegal.
Siete de cada 10 universitarios que colaboran con ONG son mujeres. Sandra Tous Rodríguez, de 23 años, empezó hace dos a colaborar con la ONG de Barcelona Amics de Mumbai después de ver un anuncio colgado en su facultad. Aunque ha acabado sus estudios de Derecho, sigue trabajando con la organización. "Me sentía culpable por la desigualdad que existe en el mundo y decidí hacer algo para cambiarlo", cuenta. La llegada a lndia fue impactante. "Me di cuenta de las escasas posibilidades que tienen las personas en el país, pero también vi el trabajo que hacen las organizaciones para generar un cambio".
Gaspar González-Palenzuela Gracia había tenido varias experiencias como voluntarios, pero ninguna satisfizo totalmente su ganas de ayudar a los demás. Eso fue lo que le empujó a aventurarse, junto con otros amigos, a fundar la Asociación Solidaria Universitaria. Era el año 2007 y por aquel entonces aún era un estudiante de Arquitectura. Hoy ha acabado la carrera, pero sigue activo en el mundo del voluntariado. Uno de los proyectos de la organización, destinado a la ampliación de una escuela de Ndava, en Burundi, estuvo entre los finalistas de la III edición del Premio al Voluntariado Universitario. Los grados de Ciencias Sociales y Jurídicas son los que más estudiantes aportan a las iniciativas de voluntariado, pues el 37% de los participantes cursan estudios en esta área. Les siguen las titulaciones de Ciencias de Salud (31%) y Artes y Humanidades (12%).
El fin de la carrera coincidió con una ola de cambios personales para Verónica Orozco. Decidió que aquel era el momento ideal para hacer la maleta y viajar a India. Lo hizo de la mano de la ONG Amics de Mumbai. Esta estudiante de ADE de Barcelona, de 22 años, brindó su apoyo en un orfanato de la ciudad india, ofreciendo apoyo escolar a jóvenes de entre 3 y 20 años. "Volví a España más consciente, con la sensación de que aquí me sobran muchas cosas", explica. Dos de cada tres universidades ha impulsado algún proyecto de voluntariado relacionado con la infancia, según un estudio publicado el año pasado por la Fundación Mutua Madrileña.
Marga Avilés de Carlos no sabría decir muy bien por qué decidió ser voluntaria mientras cursaba la carrera de Arquitectura en Madrid, pero sabe que valió la pena, aunque a veces, admite, se viven momento muy duros. Como el que le tocó en Burundi, cuando visitó la cárcel local. “Vivían en condiciones infrahumanas”, recuerda. Con 27 años, esta joven asturiana acumula experiencia también en Perú y Nicaragua. "No podemos cambiar un país de la noche a la mañana, pero sí contribuir a mejorar la vida de una persona", asegura. La convocatoria de la V edición de los Premios al Voluntariado Universitario de la Fundación Mutua Madrileña se cerrará el próximo 31 de octubre. El proyecto ganador recibirá 10.000 euros y los cinco finalistas, 5.000 euros cada uno.
El voluntariado, según Cristina Martínez Fernández, no es algo que empieza y acaba con un viaje. "No se trata de limpiarse la conciencia o de colgar fotos en las redes sociales. Es un trabajo duro, que requiere compromiso e implicación -tuya y de los que te rodean- todo el año", comenta esta madrileña de 44 años, voluntaria en la ONG ABAY Etiopía. Martínez es profesora de educación infantil y primaria. Recuerda muy bien aquel día de hace unos cinco años en el que, casi por casualidad, empezó a buscar en internet información sobre escuelas en África para enseñar a sus alumnos una realidad diferente. Esa búsqueda azarosa se plasmó en un hermanamiento con una centro escolar de Gaba Kemisa, una aldea a unos 60 kilómetros de Addis Abeba (Etiopía).
Cuando Beatriz González Ruíz fue a recoger su hija a Etiopía se dio cuenta de lo mucho que se traía de vuelta a España y lo poco que dejaba en el país africano. "Empecé a trabajar de voluntaria para saldar esta deuda, pero, al revés, cada vez es más grande", bromea esta malagueña de 41 años. González se dedica a coordinar una escuela de costura en Walmara (Etiopía) e actividades de sensibilización para un grupo de chicas. "Les damos compresas, hablamos de VIH e intentamos que no dejen los estudios para casarse", explica. Sus hijos, de 12 y 21 años, aún no han viajado a África, pero colaboran "en lo que haga falta" en las actividades de voluntariado de la madre.
Julia Marín Rodero reconoce ser muy joven, pero, a pesar de tener solo 21 años, sabe que ha ganado "un punto de madurez" gracias a sus experiencias como voluntaria. "La cooperación fue la razón de elegir la carrera de Medicina, tenía claro que mi objetivo era (y es) trabajar en un hospital de algún país menos desarrollado", asegura esta estudiante de 21 años. "Después de tres años participando en un proyecto sanitario en Camboya sé que no me he confundido. Este es mi camino y tengo que entregarme a él al 100%".
Natalia Sanz Ríos no se lo pensó dos veces antes de rechazar un trabajo remunerado en Madrid para irse a Camboya. Acababa de terminar la carrera de enfermería y optó por un empleo sin salario, pero que "vale millones". Tres años después, esta bilbaína de 24 años está a punto de volver a hacerlo. Este verano, una vez más, saldrá rumbo a Camboya para participar en un programa de promoción de salud e higiene infantil en Camboya. Este proyecto, de la ONG Por la Sonrisa de un Niño (PSE) y estudiantes de la Universidad San Pablo CEU y la Universidad Complutense de Madrid, estuvo entre los galardonados en el marco de la IV edición de los Premios al Voluntariado Universitario.