Fatua moción

El problema, como se ha visto en el Congreso en estos días, está en los vetos cruzados y en la polarización

Debate de la moción de censura de Unidos Podemos a Mariano Rajoy. Intervención de José Luis Ábalos. Uly Martín

A ratos, la fracasada moción de censura de la semana que hoy termina no pareció un ejercicio fatuo. Sucedía cuando el espectador constante comparaba los discursos económicos de PSOE y Unidos Podemos, enfrentándolos a los del presidente. Mientras este hacía hincapié en el crecimiento potente y sostenido de la economía española, aquellos le rebatían con datos sobre pobreza, desigualdad y, en general, mentando a todo aquel que se quedó atrás durante la crisis. Ese era el espacio de contraste intenso de ideas, de visiones de país. En definitiva, delineaba el conflicto ideológico clásico, mostrando...

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A ratos, la fracasada moción de censura de la semana que hoy termina no pareció un ejercicio fatuo. Sucedía cuando el espectador constante comparaba los discursos económicos de PSOE y Unidos Podemos, enfrentándolos a los del presidente. Mientras este hacía hincapié en el crecimiento potente y sostenido de la economía española, aquellos le rebatían con datos sobre pobreza, desigualdad y, en general, mentando a todo aquel que se quedó atrás durante la crisis. Ese era el espacio de contraste intenso de ideas, de visiones de país. En definitiva, delineaba el conflicto ideológico clásico, mostrando su plena vigencia.

Pero la ilusión se desvanecía pronto al comprobar que, mientras los conservadores tienen un plan viable para llevar adelante su proyecto, la izquierda sigue estancada en un juego de suma cero. Como si de una vuelta a la primera mitad de 2016 se tratase, la competencia por un granero de votos que no tiene visos de crecer fue más fuerte que la intención de concertar una estrategia común que dotase de alas a todos esos puntos de coincidencia que sí parecen existir en el plano ideológico.

Es en este contexto en el que encaja el discurso recientemente desplegado por Sánchez, señalando el enfrentamiento entre Unidos Podemos y Ciudadanos como responsable de la ausencia de alternativa. Pero la verdad es que el papel de un partido menor pero central en un sistema multipartidista es acudir allá donde disponga de poder para llevar a cabo al menos una parte de su programa. Eso es, sin más, lo que han hecho los liberales.

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En una democracia parlamentaria, sobre el papel, los números siempre dan. También, gracias a que los saltos de un partido al siguiente en la escala ideológica son necesariamente graduales, dan los programas. El problema, como se ha visto en el Congreso en estos días pasados, no está ahí. Sigue donde ya estaban en 2016, y en diciembre de 2015: en los vetos cruzados y en la polarización, no pocas veces alimentada desde arriba; sobre todo la que tiene lugar dentro de la izquierda y hacia el centro. Con los resultados que vimos en el pasado, que hemos visto de nuevo esta semana, y que probablemente sigamos viendo en el futuro. @jorgegalindo

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