De la irrelevancia política a la tribuna del Capitolio

Trump centra el debate político en posiciones extremas de la sociedad estadounidense

El Presidente de los Estados Unidos Donald Trump en una sesión del Congreso de la Cámara de Representantes en Washington, JIM LO SCALZO /REUTERS

Donald Trump cumplió con creces su promesa en el discurso que dio ante el Congreso de EE UU. Era una promesa que había hecho un año y medio antes en Los Ángeles a un grupo de personas con una tragedia común: habían perdido a un ser querido de manera violenta y el responsable resultaba ser un inmigrante sin papeles. Como cualquier otra víctima de un crimen, contaban con la solidaridad de cualquiera, pero nadie había convertido sus casos en una causa política. Esas familias son uno de los mejores ejemplos de cómo las visiones más extremas de la sociedad, cosas a las que nadie con sentido común h...

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Donald Trump cumplió con creces su promesa en el discurso que dio ante el Congreso de EE UU. Era una promesa que había hecho un año y medio antes en Los Ángeles a un grupo de personas con una tragedia común: habían perdido a un ser querido de manera violenta y el responsable resultaba ser un inmigrante sin papeles. Como cualquier otra víctima de un crimen, contaban con la solidaridad de cualquiera, pero nadie había convertido sus casos en una causa política. Esas familias son uno de los mejores ejemplos de cómo las visiones más extremas de la sociedad, cosas a las que nadie con sentido común había hecho caso, centran el debate político, al menos en el Despacho Oval.

La primera vez que aparecieron juntos fue en una rueda de prensa en Beverly Hills, el 10 de julio de 2015. Trump era una broma andante en ese momento. Aún intentaba justificar su frase sobre los mexicanos —“violadores”, “narcotraficantes”—, pronunciada 25 días antes. En aquella rueda de prensa había media docena de medios, EL PAÍS entre ellos. Trump fue Trump cuando nadie sabía quién era. Mandó a paseo a este corresponsal cuando le hizo una pregunta. Aquella rueda de prensa fue aberrante. La explotación del dolor legítimo de esas familias para montar un caso contra todos los inmigrantes sin papeles en EE UU era inaudita. “Los ilegales vinieron y mataron a sus hijos”, dijo Trump. Volvió a sacarlos al escenario cada vez que estuvo en California en las primarias.

Hace dos semanas, en la tribuna de invitados del Congreso se sentaron Jamiel Shaw, Susan Oliver, Jenna Oliver y Jessica Davis. Trump dijo que el hijo de Shaw fue “salvajemente asesinado por un inmigrante ilegal miembro de una banda”. “Nunca olvidaremos a vuestros seres queridos”, afirmó a los cuatro, delante de todo el Congreso, el país y el mundo. Dicen que lo que más valora Trump en la vida es la fidelidad. Esas familias encontraron en él al primer político que convirtió su dolor en una causa contra la inmigración y lo apoyaron desde el principio. Trump les devolvió los aplausos de los republicanos del Congreso.

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