En memoria de Eloy

Al leer en un periódico de Asturias la carta de Marta, la viuda de Eloy, el bombero muerto en el incendio del pasado mes de abril en la calle Uría de Oviedo, me ha venido a la memoria la imagen de su hijo pequeño el día de su funeral. El niño, muy digno y entero, caminaba tras el féretro de su padre abrazado al casco con el que murió, seguramente orgulloso de que hubiera perdido la vida por proteger las de los ciudadanos de Oviedo tras acudir voluntariamente a reforzar a sus compañeros. ¿Cómo le va a explicar la sociedad a ese niño que la justicia ha archivado el caso porque ha considerado que...

Al leer en un periódico de Asturias la carta de Marta, la viuda de Eloy, el bombero muerto en el incendio del pasado mes de abril en la calle Uría de Oviedo, me ha venido a la memoria la imagen de su hijo pequeño el día de su funeral. El niño, muy digno y entero, caminaba tras el féretro de su padre abrazado al casco con el que murió, seguramente orgulloso de que hubiera perdido la vida por proteger las de los ciudadanos de Oviedo tras acudir voluntariamente a reforzar a sus compañeros. ¿Cómo le va a explicar la sociedad a ese niño que la justicia ha archivado el caso porque ha considerado que el bombero actuó imprudentemente y con exceso de celo en su trabajo? No podemos aceptar esta decisión si queremos que los niños de la edad de la del hijo de Eloy crezcan en un país con un sistema judicial fiable en el que la actitud de sacrificio y entrega a los demás se premie y se alabe, en lugar de deshonrarla y recriminarla. Esto no puede quedar así.— Ana Isabel Pérez Marín.