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La vida sigue latiendo en las calles de Siria

Tras el cese de los combates los jóvenes recuperan la vida en los bares y parques

Nur Atmaj, profesora de 27 años, acude a fumar una pipa de agua en una cafetría de Alepo.Natalia Sancha
Una siria aprovecha el buen tiempo en soledad para disfrutar de un libro a la sombra de un árbol en un parque público de Damasco.Natalia Sancha
Un grupo de jóvenes se hacen un autoretrato en un bar de la ciudad vieja de Damasco la semana pasada.Natalia Sancha
En la intimidad de un sótano de Damasco, una treintena de parejas bailan al ritmo de salsa. Nada más entrar, las jóvenes sustituyen las zapatillas de deporte por tacones rojos de charol adornados con brillantes piedrecitas.Natalia Sancha
A medianoche, varios corrillos de hombres degustan sus puros y conversan entre sorbos de whisky en el establecimiento Wanes, en Alepo.Natalia Sancha
Dos jóvenes siria fuman una pipa de agua en un bar del casco antiguo de Damasco.Natalia Sancha
Jóvenes sirios conversan el fin de semana en el bar Bob Sharki, en el barrio cristiano de Damasco, zona donde se aglutinan el mayor número de bares de la ciudad.Natalia Sancha
En Alepo, el barrio cristiano de Lazizie ofrece una gran variedad de bares y restaurantes a pesar de los extensos cortes de luz. Los locales hacen estragos para atraer a unos clientes cuyos bolsillos se duelen del salario medio de 50 euros mensuales y de una devaluación de la lira siria que vale diez veces menos que en época de preguerra.Natalia Sancha
Decenas de bares abren sus puertas como las de Cosette, en el que el atrezo se cuida hasta el mínimo detalle en una fusión que combina tendencias europeas con el décor oriental.Natalia Sancha
Huir mentalmente de la guerra pasa para algunos por embriagarse con alcoholes de dudosa producción. “Nos estamos libanizando”, ironiza un joven apurando el último sorbo de su copa. Y no le falta razón ante una nueva realidad que recuerda a la Beirut de la guerra, donde tras cada bombardeo o combate los jóvenes de la capital libanesa hacían cola a pie de barra para “olvidar”.Natalia Sancha
“¿Tiene usted reserva? Estamos completos” , grita el camarero para hacerse oír por encima de la canción de los Juanes que retumba de fondo. Como cada jueves, los jóvenes sirios comienzan su fin de semana copando los bares, pubs y restaurantes de Damasco.Natalia Sancha
Los sirios con menos recursos optan por reunirse en los jardines públicos, oteando a los más pequeños que se arrojan por los toboganes.Natalia Sancha
En Damasco, los sirios de más edad concurren el exquisito barrio de Abu Rumana. Allí, las mujeres se reúnen para ir de tiendas y cargadas de bolsas buscar un descanso para los pies en los restaurantes del lugar.Natalia Sancha
Tres adolescentes posan en Alepo. Jóvenes viajan desde Damasco a visitar a sus familias aprovechando que la carretera es hoy segura. Otros lo hacen desde, donde cursan sus estudios universitarios, regresando a una ciudad exenta de guerra por primera vez en cuatro años.Natalia Sancha
En los vericuetos del casco viejo de Damasco, pequeñas portezuelas esconden grandes tesoros arquitectónicos convertidos en oasis de esparcimiento. Es el caso de Muzica, casa árabe transformada en pub de alto standing donde la entrada se paga a 10 euros por cabezaNatalia Sancha