El año de las encuestas

Quizás 2016 pase a ser recordado como el año del fracaso de los sondeos

Si alguien nos informase de que tenemos una probabilidad del 30% de tener una enfermedad incurable, seguramente no nos lo tomaríamos a broma. Ni nos consolaría pensar que también existe una probabilidad del 70% de que la enfermedad no se desarrolle. Más bien cabría esperar una actitud de alerta ante la posibilidad de que se confirmaran las malas noticias.

Sin embargo, esa alerta desapareció en muchos análisis de la contienda electoral entre Clinton y Trump. Aunque las predicciones otorgaban a este último una probabilidad del 30% de ganar, la probabilidad de victoria de la candidata dem...

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Si alguien nos informase de que tenemos una probabilidad del 30% de tener una enfermedad incurable, seguramente no nos lo tomaríamos a broma. Ni nos consolaría pensar que también existe una probabilidad del 70% de que la enfermedad no se desarrolle. Más bien cabría esperar una actitud de alerta ante la posibilidad de que se confirmaran las malas noticias.

Sin embargo, esa alerta desapareció en muchos análisis de la contienda electoral entre Clinton y Trump. Aunque las predicciones otorgaban a este último una probabilidad del 30% de ganar, la probabilidad de victoria de la candidata demócrata acabó eclipsando el análisis y alimentando predicciones rotundas sobre su triunfo. Los resultados desencadenaron tal crítica a las encuestas que quizás 2016 pase a ser recordado como el año del fracaso de los sondeos.

Se trata de una crítica que hay que matizar. Lo descrito más arriba muestra que una parte de los fallos se encuentra en cómo se utiliza un instrumento (extrayendo conclusiones excesivamente rotundas) que tiene limitaciones. Además, en un contexto político cambiante puede ser más difícil aplicar las técnicas tradicionales para minimizar los errores de encuesta, como atribuir intención de voto a los indecisos o corregir la diferencia entre participación real y declarada. O simplemente pueden surgir nuevos sesgos en la muestra de entrevistados, como parece que ocurrió con los votantes de Unidos Podemos antes del 26-J.

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Los especialistas en encuestas dicen que una de las cosas que peor hace una encuesta es predecir resultados electorales, pues simplemente capturan un clima de opinión. Si en el contexto actual se ha sobredimensionado su papel es porque la incertidumbre política ha generado cierta ansiedad colectiva para predecir el futuro.

Al fin y al cabo, la predicción no deja de ser un adelanto de un resultado electoral, que refleja un síntoma, pero no explica sus causas. No será solo con encuestas, pero sin duda habrá que contar con ellas para indagar sobre el origen de los fenómenos políticos y sociales que se están desencadenando a uno y otro lado del Atlántico. @sandraleon_

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