Cartas al director

Un disparate indefendible

Los católicos de todo el mundo hemos desayunado con la última ocurrencia de la jerarquía de nuestra Iglesia sobre la mesa. Ahora, para que todos recordemos que tenemos dignidad de hijos de Dios, no deberíamos esparcir las cenizas de nuestros seres queridos en algunos de aquellos lugares que disfrutaron en vida. Teniendo en cuenta que tarde o temprano los restos de los cementerios son exhumados y sepultados en osarios, o incinerados, y que el desierto de vocaciones y de fe está provocando que muchas parroquias acaben siendo desacralizadas y abandonadas, ¿qué sentido evangélico tiene esta medida...

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Los católicos de todo el mundo hemos desayunado con la última ocurrencia de la jerarquía de nuestra Iglesia sobre la mesa. Ahora, para que todos recordemos que tenemos dignidad de hijos de Dios, no deberíamos esparcir las cenizas de nuestros seres queridos en algunos de aquellos lugares que disfrutaron en vida. Teniendo en cuenta que tarde o temprano los restos de los cementerios son exhumados y sepultados en osarios, o incinerados, y que el desierto de vocaciones y de fe está provocando que muchas parroquias acaben siendo desacralizadas y abandonadas, ¿qué sentido evangélico tiene esta medida? Es realmente sorprendente que los dirigentes de la Iglesia se hayan tomado tiempo en reflexionar sobre esta cuestión con la cantidad de problemas graves que tienen sin resolver y que mantienen a la gente alejada de Dios. Uno duda de que estas cabezas pensantes, con años de estudios teológicos, tengan claras las prioridades en su predicación. Esto es un disparate indefendible.— Tomás Fernández Bayort. Umbrete (Sevilla).

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