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Propiedad del Estado Islámico

Los vecinos del poblado Haj Alí relatan la vida que les fue impuesta durante los dos años que han pasado bajo las leyes del califato. Hace tan solo cuatros meses que las tropas iraquíes expulsaron al ISIS de sus casas

Al atardecer, la visibilidad en el pueblo de Haj Alí apenas abarca unos pocos metros. Una cortina de humo recubre hasta donde alcanza la vista en el horizonte, a las afueras de Qarayyah. En esta localidad, los yihadistas del ISIS han quemado yacimientos de petróleo para dificultar la visión de las aviaciones de la coalición internacional que desde el cielo amparan a las tropas iraquíes y peshmergas en tierra. A pesar de ello, varios helicópteros logran aterrizar en una base cercana.NATALIA SANCHA
Um Hassan, vecina del pueblo Haj Alí, observa los destrozos hechos por un mortero sobre su hogar. La casa quedó afectada por los combates entre tropas iraquíes junto con el apoyo de la aviación de la coalición liderada por Estados Unidos contra yihadistas del ISIS, que mantuvieron el control del pueblo durante dos años.NATALIA SANCHA
La sombra de Alí Ahmed, de 31 años y vecino de Ali Haj, señala los restos calcinados de los dos cadáveres de milicianos del ISIS que él mismo asegura quemó para “evitar que los niños amanecieran cada mañana con un panorama terrible".NATALIA SANCHA
Sabah, de 29 años y expolicía, recibió 25 latigazos durante los dos años que reinó el califato en su pueblo. Y todo ello, por fumarse un pitillo. Hoy, cuatro meses después de que las tropas iraquíes expulsaran al ISIS de Haj Alí, se pasea vestido con una pechera militar ceñida sobre la túnica y fusil en mano patrullando por la noche para evitar una nueva embestida yihadista.NATALIA SANCHA
Al atardecer, la visibilidad en el pueblo de Haj Alí apenas abarca unos pocos metros. Una cortina de humo recubre hasta donde alcanza la vista en el horizonte, a las afueras de Qarayyah.NATALIA SANCHA
La manta de humo que cubre Haj Alí se ensancha conforme los yihadistas queman mas campos petrolíferos cercanos provocando olas de sulfuro sobre el población restante que allí queda. A su paso, los vecinos sufren de problemas respiratorios, los árboles pierden sus hojas y los tréboles amarillecen.NATALIA SANCHA
Sahora Hassan es madre de cinco hijos. Hace dos años que no sabe del paradero de su marido, Saed Abdallah Atya, desaparecido en las mazmorras del ISIS. Hoy, sobrevive con sus hijos gracias a la buena voluntad de los pocos vecinos que allí quedan.NATALIA SANCHA
Tras encontrar su antigua chaqueta desagarrada entre los escombros de lo que fuera su cuarto, Hashem, de 9 años, la lanza al aire con rabia. “No vale para nada. Está rota”. Su casa quedó reducida a cenizas por un bombardeo de la coalición internacional al resguardarse un grupo de milicianos del ISIS en su interior. Su familia había huido poco antes con lo puesto.NATALIA SANCHA
En el pueblo de Haj Alí vivían 10.000 personas cuando en el verano de 2014 el ISIS ocupó sus casas. Al menos 2.000 de ellos quedaron atrapados bajo las férreas reglas del califato durante dos años, hasta que el pasado mes de julio las tropas iraquíes, apoyadas por la aviación de la coalición internacional, lograron expulsar al ISIS.NATALIA SANCHA
Uday Younis, de 29 años, era profesor en el pueblo de Haj Alí cuando una madrugada los yihadistas del ISIS entraron en la localidad. El profesor pasó de ser empleado del ministerio de educación iraquí a servir, por la fuerza, al de enseñanza del califato. Una pintada en el muro de su casa reza: “Propiedad 21- El Estado Islámico- M (Letra que designa a los musulmanes suníes herejes)”.NATALIA SANCHA