Editorial

Juncker: diligente, pero...

El plan para Europa presenta actuaciones originales y una prudente apreciación de lo factible

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en el debate sobre el estado de la Unión. VINCENT KESSLER (REUTERS)

El segundo discurso del Estado de la Unión del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, contiene un buen programa de actuaciones inmediatas y una prudente apreciación de lo factible en esta Europa desconcertada. Demuestra que es un político diligente y hábil.

Pero, a diferencia de la visión europeísta inflamada que ofreció hace un año parece que los ataques recibidos de varios Gobiernos le han hecho mella. Más resignado y posibilista, Juncker reconoce que la UE no es los EE UU de Europa y que debe arar con los bueyes disponibles.

Quizá eso sea necesario para aprovechar (si...

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El segundo discurso del Estado de la Unión del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, contiene un buen programa de actuaciones inmediatas y una prudente apreciación de lo factible en esta Europa desconcertada. Demuestra que es un político diligente y hábil.

Pero, a diferencia de la visión europeísta inflamada que ofreció hace un año parece que los ataques recibidos de varios Gobiernos le han hecho mella. Más resignado y posibilista, Juncker reconoce que la UE no es los EE UU de Europa y que debe arar con los bueyes disponibles.

Quizá eso sea necesario para aprovechar (sin alarmar) los espacios abiertos por un Reino Unido en posición de salida, que solía bloquear iniciativas en la defensa, la fiscalidad y la agenda social. Quizá insistir en la seguridad sirva para diluir la excitación populista en los países del Este.

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Pero el escaso relumbre del texto y el carácter solo implícito de su visión continental resultan alicortos para una Europa que necesita realidades, pero también sueños, pues atraviesa, como dijo, “una crisis existencial”. Algo de autocrítica reforzaría su credibilidad: está bien subrayar que los europeos han salvado 400.000 personas en el Mediterráneo, pero no se pueden olvidar los miles de vidas perdidas.

La propuesta de Juncker se remite a un plan de actuaciones; unas originales, otras comprometidas, pero hasta ahora sin calendario, y otras a juzgar, según su ejecución.En lo económico destaca la duplicación del llamado Plan Juncker de inversiones y su exportación a Africa; el hincapié en la aplicación flexible del Pacto de Estabilidad, aunque se echan en falta nuevas ideas sobre empleo e impuestos; y las apuestas por la conectividad. El fin del roaming y el acceso al wifi de todas las ciudades serán objetivos populares: ojalá tangibles.

Y en la seguridad, las promesas de acelerar la creación de la Guardia costera comunitaria, reforzar Europol y la coordinación policial, y crear el ansiado Cuartel General permanente para la Defensa son objetivos necesarios, si bien el equilibrio libertad-seguridad se resiente por ausencia de avances en el primer factor. En medio, la creación de un cuerpo de 100.000 jóvenes voluntarios para intervenciones solidarias puede ser una ocurrencia o un hito, como el Erasmus. Depende de cómo se ejecute.

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