Un tipo popular
Desde el Arcipreste de Hita, pasando por Lope de Vega, Quevedo, o los sainetes de Carlos Arniches , la zarzuela, el tremendismo de Galdós, y llegando hasta el cine esperpéntico de los años setenta y ochenta del pasado siglo, en la cultura madrileña aparece siempre como personaje más o menos significado el “pollo”, nativo o inmigrado: un vividor no demasiado joven, que ocupa en la villa y corte, por haberlo heredado, un cargo público, una hidalguía o un negocio familiar, por tanto no necesita trabajar demasiado, políticamente conservador, encantado de haberse conocido, le gusta desde la distanc...
Desde el Arcipreste de Hita, pasando por Lope de Vega, Quevedo, o los sainetes de Carlos Arniches , la zarzuela, el tremendismo de Galdós, y llegando hasta el cine esperpéntico de los años setenta y ochenta del pasado siglo, en la cultura madrileña aparece siempre como personaje más o menos significado el “pollo”, nativo o inmigrado: un vividor no demasiado joven, que ocupa en la villa y corte, por haberlo heredado, un cargo público, una hidalguía o un negocio familiar, por tanto no necesita trabajar demasiado, políticamente conservador, encantado de haberse conocido, le gusta desde la distancia agradar al común de sus vecinos y que estos le reconozcan, un reducido grupo de fieles apaniguados difunde sus excelencias. En su afán de preeminencia social se crea no pocos enemigos, “pollos” como él, a los que trata con guante blanco, escondiendo la mano de hierro con la que golpea. Suele acabar mal, sin nadie con quien contar, pues la prepotencia y el egoísmo le convierten finalmente en un ser irrelevante, nunca tendrá el protagonista que pretendía. Pero hoy Madrid está perdiendo encanto, en la ciudad mastodóntica y anónima de principios del siglo XXI, con una opinión pública demasiado vulgar e impertinente, estos personajes, a los que nos habíamos acostumbrado los madrileños, ya no son posibles ¿o sí?— Luis Fernando Crespo Zorita. Alcalá de Henares (Madrid).