Si le votas, te dejo

Una esposa amenazó a su marido con que si votaba a Trump, se divorciaría y se mudaría a Canadá

Jordi Pujol y Marta Ferrusola llegando a la Audiencia Nacional para declarar el pasado febrero. Jaime Villanueva (EL PAÍS)

Publicaba The New York Times hace unas semanas una de estas historias humanas tan de moda. Trataba de una matrimonio de blancos exitosos que se enfrentaba a un dilema irresoluble: él iba a votar a Trump; ella no. La esposa amenazaba con que, si su marido cumplía con eso, se divorciaría y se mudaría a Canadá. Desde entonces, se ha visto al candidato haciendo más de un gesto a las minorías, suponemos que con la esperanza de que esa discusión se produzca en casa de matrimonios inmigrantes y uno de los dos amenace con divo...

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Publicaba The New York Times hace unas semanas una de estas historias humanas tan de moda. Trataba de una matrimonio de blancos exitosos que se enfrentaba a un dilema irresoluble: él iba a votar a Trump; ella no. La esposa amenazaba con que, si su marido cumplía con eso, se divorciaría y se mudaría a Canadá. Desde entonces, se ha visto al candidato haciendo más de un gesto a las minorías, suponemos que con la esperanza de que esa discusión se produzca en casa de matrimonios inmigrantes y uno de los dos amenace con divorciarse y volver a Guatemala. Sería un enorme ahorro en deportaciones.

Esta noticia me hizo pensar en qué haría yo si mi pareja decidiera, no sé, votar a Ciudadanos. Pensé en ello hasta que me di cuenta de que eso es casi imposible: no me relaciono con nadie que vote siquiera al PP. Cada vez que hay elecciones aparece alguien en mi entorno preguntándose lo mismo: “Pero a esta gente, ¿quién los vota?”. Supongo que lo mismo deben pensar en los círculos de orden y moderación: “¿Quién vota a esos zarrapastrosos?”.

Entonces me acordé de cómo mi abuelo estuvo durante varias elecciones colocándole la papeleta del PSUC en el sobre a mi abuela sin que ella se enterara. Un día, la mujer decidió emanciparse electoralmente. Fue celebrado en casa, al menos, hasta que se supo que tenía intención de votar a Pujol. Así de democráticos somos.

En aquella época, Pujol ganaba en Catalunya casi por defecto y siempre había un amigo que el lunes llegaba preguntándose: “Pero a este, ¿quién lo vota? No conozco a nadie que lo haga”. Yo escuchaba y asentía.

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