Cartas al director

Contra la trata de personas

En la carretera GI-555, cada tres minutos aparecen particulares paradas compuestas por una silla blanca de plástico y una bolsa de basura colgada en alguna rama de árbol. Es el paisaje habitual en los arcenes de las carreteras de La Selva (Girona). Como observadora, siempre siento lo mismo: lo veo, me indigno, paso de largo, se me olvida. Dos segundos. Esta secuencia falla últimamente, porque estas sillas están ocupadas por chicas cada vez más jóvenes. La mayoría raramente tiene más de 20 años. Uno ya no puede dejar de verlas, olvidar que existen, continuar y hacer como si nada. Ayer por la ta...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En la carretera GI-555, cada tres minutos aparecen particulares paradas compuestas por una silla blanca de plástico y una bolsa de basura colgada en alguna rama de árbol. Es el paisaje habitual en los arcenes de las carreteras de La Selva (Girona). Como observadora, siempre siento lo mismo: lo veo, me indigno, paso de largo, se me olvida. Dos segundos. Esta secuencia falla últimamente, porque estas sillas están ocupadas por chicas cada vez más jóvenes. La mayoría raramente tiene más de 20 años. Uno ya no puede dejar de verlas, olvidar que existen, continuar y hacer como si nada. Ayer por la tarde decidí llamar a los Mossos d’Esquadra y notificar la situación. Estaba dispuesta a dirigirme físicamente a la comisaría por si se requería formalizarlo en una denuncia, pero la respuesta fue la siguiente: “Sí, ya lo sabemos. Es un tema muy difícil de erradicar. Lamentablemente, esto ocurre porque hay demanda. Gracias por llamar”. Me cuesta trabajo entender cómo no pasa nada siendo un tema tan sensible y con tanta visibilidad. Aunque no paramos de recibir campañas de sensibilización contra la trata de personas, parece que no haya un interés real para acabar con todo esto.— Marta Sospedra Font. Barcelona.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En