Partido de excepción

El tiempo institucional impone una cultura de consenso: frente a la movilización popular, la práctica parlamentaria

Pablo Iglesias hace declaraciones a los periodistas en el Congreso, tras formalizar su acta de diputado de la XII legislatura. J. J. Guillén (EFE)

Hay periodos excepcionales que dan lugar a nuevas divisiones del espacio político, donde lo más relevante es la delimitación del territorio propio frente a los demás. Esta premisa inspirada en Carl Schmitt es la que han sostenido hasta ahora los dirigentes de Podemos.

En primer lugar se formula un tiempo político en clave de cambio histórico. Los acontecimientos se precipitan hacia la realización necesaria de la victoria política. Algo similar a lo que Marx describió a partir de las contradicciones del capitalismo y el triunfo indefectible del momento comunista. En nuestro caso, nos ha...

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Hay periodos excepcionales que dan lugar a nuevas divisiones del espacio político, donde lo más relevante es la delimitación del territorio propio frente a los demás. Esta premisa inspirada en Carl Schmitt es la que han sostenido hasta ahora los dirigentes de Podemos.

En primer lugar se formula un tiempo político en clave de cambio histórico. Los acontecimientos se precipitan hacia la realización necesaria de la victoria política. Algo similar a lo que Marx describió a partir de las contradicciones del capitalismo y el triunfo indefectible del momento comunista. En nuestro caso, nos hallaríamos ante una “segunda transición” liderada por un “bloque histórico” destinado a sacar partido de lo que ahora se interpreta como “momento populista”. En segundo lugar, es preciso delimitar el campo político a partir de una nueva división, las élites políticas y económicas frente a las clases populares cuya voz se expresa por boca de sus dirigentes. Ahí está el necesario relato épico que produce la movilización política.

Desde esta perspectiva la esencia de la política es la capacidad de liderar los términos de la confrontación, orientar situaciones en un determinado sentido político. Frente a la mera gestión cotidiana de los asuntos públicos, el liderazgo aparece cuando se crea “la frontera” que delimita el espacio propio. Esta forma de entender lo político en sistemas parlamentarios encaja mejor con el tiempo electoral, con ser “máquina de guerra electoral”. El tiempo institucional impone una cultura de consenso: frente a la movilización popular, la práctica parlamentaria; frente a las nuevas divisiones creadas, la geografía del Congreso prefija sus propias lógicas espaciales a partir del eje izquierda-derecha; frente al afán por distinguirte de tu adversario, aparece de forma imperiosa la necesidad de llegar a acuerdos con él, entrar en negociaciones, votar reformas conjuntas. El liderazgo cede paso a los “ejércitos regulares”, la acción política a “la congelación parlamentaria”.

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¿Cómo impulsar movilización popular y construcción épica al mismo tiempo que se gestiona la rutina?¿Cómo pasar del momento de la excepción vinculado con la crisis a una agenda de normalización? Es poco sexy, sí, y además endiabladamente difícil. @MariamMartinezB

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