Tribuna

Tiempo de valientes

La semana pasada, acabó su segunda temporada una serie que va camino de hacer historia, y nunca mejor dicho, en la ficción española: El Ministerio del Tiempo. No temo parecer frívolo si digo que, a pesar de la consabida crisis económica y política de nuestro país, me preocupa últimamente la renovación de la apuesta más valiente que ha hecho la televisión pública en los últimos años. No entraré a discutir el método de medición de la audiencia, porque es un hecho que los audímetros comienzan a quedarse tan anticuados como la capa de Ramón García. Sí que querría destacar la necesidad de ...

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La semana pasada, acabó su segunda temporada una serie que va camino de hacer historia, y nunca mejor dicho, en la ficción española: El Ministerio del Tiempo. No temo parecer frívolo si digo que, a pesar de la consabida crisis económica y política de nuestro país, me preocupa últimamente la renovación de la apuesta más valiente que ha hecho la televisión pública en los últimos años. No entraré a discutir el método de medición de la audiencia, porque es un hecho que los audímetros comienzan a quedarse tan anticuados como la capa de Ramón García. Sí que querría destacar la necesidad de que la televisión pública dé un paso adelante por una ficción que ha hecho reconectar a los españoles con una historia nacional de la que mal se sabe y se explica peor, y lo ha hecho con recursos más amables y digestos que un documental de La 2. No sé si la renovación en el aire responde a desidia, cobardía o a esa virtud tan hispánica de despreciar todo lo propio frente a lo foráneo. Lo que sí sé es que, tal como dice la serie, este también es “tiempo de valientes” para Televisión Española.— Cristino Cobacho López. Córdoba.

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