Columna

Imperio gay

Creo más a quienes, conociéndoles, sostienen que nadie se parece más a un obispo que otro obispo, ni a un papa que otro papa

El arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.EFE/ MIGUEL ÁNGEL POLO

El domingo pasado vi la procesión del Corpus en Alcalá de Henares. Niños de primera comunión seguidos por sus padres, abuelos y demás familia como Dios manda. Daba gusto verlos. Ellas, vestidas como de novias pijas para una boda en el campo. Ellos, como de ejecutivos del Ibex en la grada vip de un torneo de tenis. Presidiendo el cortejo, Juan Antonio Reig Pla, obispo de la diócesis, más ancho que largo con su mejor hábito. Alrededor, paseaban familias diversas y parejas de todos los sexos. Algunos se detenían a mirar el desfile. Otros pasaban bastante, cierto, pero no vi que nadie les tirara p...

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El domingo pasado vi la procesión del Corpus en Alcalá de Henares. Niños de primera comunión seguidos por sus padres, abuelos y demás familia como Dios manda. Daba gusto verlos. Ellas, vestidas como de novias pijas para una boda en el campo. Ellos, como de ejecutivos del Ibex en la grada vip de un torneo de tenis. Presidiendo el cortejo, Juan Antonio Reig Pla, obispo de la diócesis, más ancho que largo con su mejor hábito. Alrededor, paseaban familias diversas y parejas de todos los sexos. Algunos se detenían a mirar el desfile. Otros pasaban bastante, cierto, pero no vi que nadie les tirara piedras, ni les escupiese, ni que le protestara al señor obispo por no poder aparcar en el centro finde no y finde tampoco a mayor gloria de todos sus santos.

Reig Pla, azote de homosexuales y feministas, lleva tiempo calladito. Pero la cruzada sigue. Ha tomado el relevo el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. El cardenal, ministro de los papas Benedicto XVI y Francisco, lleva días clamando que “el imperio gay y la ideología de género” tienen amenazada de muerte a la familia cristiana. Dicen que Francisco le ha llamado a capítulo, cosa que me extraña del pontífice que vetó al embajador francés en El Vaticano por ser homosexual declarado. Creo más a quienes, conociéndoles, sostienen que nadie se parece más a un obispo que otro obispo, ni a un papa que otro papa. Cañizares entró de niño en el seminario y no ha conocido varón ni mujer en sentido bíblico. Por eso, eminencia, con todo respeto a su pastorado y a todas y cada una de sus ovejas, me permito señalarle una paradoja en su discurso. Si entendiera algo acerca de las pasiones que juzga y condena desde su púlpito, sabría que la expresión “imperio gay”, tan eufónica y magnífica, es lo más gay que se recuerda desde el “maricón el último” con que se jalean los participantes en la carrera de tacones de la fiesta del Orgullo todos los santos años.

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