Cartas al director

Atraco diferido y consentido

No soy ningún delincuente, pero ante las facilidades que se me ofrecen, me voy a reconvertir. Mi primer golpe será un atraco. Voy a atracar a Trias, que parece que se deja. Le abordaré y le solicitaré amablemente una cantidad de dinero. Él pensará, no sé por qué razón, que si no me lo da cabe la posibilidad de que me enfade y crea que puedo romperle los dientes. Entonces hará un análisis comparativo entre la cifra solicitada y el montante de la factura del dentista. Hecha la comparación, me dará el dinero de mil amores, habida cuenta de que este atraco lo pagará con dinero ajeno. Después me di...

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No soy ningún delincuente, pero ante las facilidades que se me ofrecen, me voy a reconvertir. Mi primer golpe será un atraco. Voy a atracar a Trias, que parece que se deja. Le abordaré y le solicitaré amablemente una cantidad de dinero. Él pensará, no sé por qué razón, que si no me lo da cabe la posibilidad de que me enfade y crea que puedo romperle los dientes. Entonces hará un análisis comparativo entre la cifra solicitada y el montante de la factura del dentista. Hecha la comparación, me dará el dinero de mil amores, habida cuenta de que este atraco lo pagará con dinero ajeno. Después me dirá que no se lo cuente a nadie y yo me despediré diciéndole que es un placer hacer atracos con él, y que cuente con mi voto en las próximas elecciones.— Francisco Irigaray Lorea. Vitoria.

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