Cartas al director

Polémicas deportivas

Tenemos un problema en este país a la hora de entender la libertad de expresión. La libertad de expresión no es el derecho al insulto, ni el derecho a ofender gratuitamente los sentimientos ajenos. Uno puede estar en contra de la Iglesia, del nacionalismo, de los homosexuales o de los coleccionistas de sellos, pero eso no da derecho a expresar cualquier cosa, en cualquier sitio y de cualquier forma. Asaltar capillas semidesnudo en medio de ceremonias litúrgicas, silbar un himno en el momento en que se toca oficialmente, mofarse con caricaturas de la religión de los demás, o llamar maricón a al...

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Tenemos un problema en este país a la hora de entender la libertad de expresión. La libertad de expresión no es el derecho al insulto, ni el derecho a ofender gratuitamente los sentimientos ajenos. Uno puede estar en contra de la Iglesia, del nacionalismo, de los homosexuales o de los coleccionistas de sellos, pero eso no da derecho a expresar cualquier cosa, en cualquier sitio y de cualquier forma. Asaltar capillas semidesnudo en medio de ceremonias litúrgicas, silbar un himno en el momento en que se toca oficialmente, mofarse con caricaturas de la religión de los demás, o llamar maricón a alguien por su orientación sexual, no parece que sean modos de expresar racionalmente una opinión contraria. Más bien parecen mostrar el deseo de insultar a los demás. Para discrepar sobre cualquiera de estos temas hay contextos y formas más adecuados, sobre todo si pretendemos construir una sociedad abierta y tolerante.— Javier García Herrería. Madrid.

El deporte debe ser un lugar de encuentro sin mezclar política, ideología o religión. Además, la participación en competiciones deportivas es voluntaria. La polémica de las esteladas, de los abucheos al himno y otras parecidas tienen solución: que cuando los equipos se inscriban en las competiciones acepten las reglas y las multas previstas en caso de incumplimiento. Y para asegurar que se paguen, que se descuenten de los premios que reciben los equipos de las instituciones deportivas. El bolsillo es lo que duele.— Carlos Gilabert García. Sevilla.

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