Editorial

Un esfuerzo en serio

El PP y el PSOE tienen que hablar antes de rendirse a nuevas elecciones

Un gesto de Pedro Sánchez durante su reunión con el Grupo Parlamentario Socialista, el 12 de abril de 2016.Uly Martín (EL PAÍS)

Sería irresponsable que el PP y el PSOE, las dos fuerzas más votadas del 20-D, eludieran un último esfuerzo para evitar la repetición de las elecciones, junto con su más que probable corolario de polarización y crispación como método para mover los votos a los partidos que buscan un resultado más favorable a sus intereses.

Para la fecha tope quedan menos de dos semanas. De la nueva ronda de consultas prevista por el Rey solo puede salir una de estas dos decisiones: o Felipe VI recibe seguridades de que un candidato cuenta con opciones de convertirse en presidente del Gobierno, y en ese ...

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Sería irresponsable que el PP y el PSOE, las dos fuerzas más votadas del 20-D, eludieran un último esfuerzo para evitar la repetición de las elecciones, junto con su más que probable corolario de polarización y crispación como método para mover los votos a los partidos que buscan un resultado más favorable a sus intereses.

Editoriales anteriores

Para la fecha tope quedan menos de dos semanas. De la nueva ronda de consultas prevista por el Rey solo puede salir una de estas dos decisiones: o Felipe VI recibe seguridades de que un candidato cuenta con opciones de convertirse en presidente del Gobierno, y en ese caso efectuará la propuesta prevista por la Constitución; o, si solo puede constatar la falta de acuerdo, se verá obligado a disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Llega la hora de la verdad si se quieren evitar los costes de repetir los comicios y prolongar la interinidad.

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Para explorar la posibilidad de un entendimiento entre el PP y el PSOE —al que Ciudadanos ha instado repetidamente—, el primer obstáculo es Mariano Rajoy, decidido a evitar que se cuestionen tanto el programa del partido como su persona. En su día descalificó el pacto al que habían llegado PSOE y Ciudadanos como una operación destinada a desmontar su obra de gobierno. Tampoco hay síntoma alguno de que esté dispuesto a apartarse en beneficio de algún correligionario con mayor capacidad de diálogo, y da toda la impresión de que apuesta a la recuperación de votantes del PP que se abstuvieron o que respaldaron a otras opciones en las urnas del 20 de diciembre.

Ni Pedro Sánchez ni el PSOE han sabido responder a esa actitud adecuadamente. El rechazo tajante del candidato y del comité federal del partido a pactar con el PP condujo a un acuerdo con Ciudadanos de gran interés para los sectores de la sociedad que creen en la moderación y en el diálogo, pero que carece de votos suficientes. El intento de conseguir más apoyo a través de Podemos ha desembocado en un fiasco, como era previsible desde el principio, y es absurdo que Sánchez persista en esa línea. Tampoco ha ayudado mucho a la búsqueda de una solución el órgano dirigente del PSOE, que cerró considerablemente las opciones de su secretario general al considerar la continuidad de Rajoy como “una amenaza para la estabilidad del país”, cuando se daba por supuesto que el presidente en funciones iba a ser el primero en intentar la investidura.

La conclusión es que el mundo político no ha actuado en función de lo que conviene a la ciudadanía,  ni ha tenido suficientemente en cuenta los graves costes económicos de prolongar la interinidad durante tantos meses. Hora es de intentar otro esfuerzo para sacar adelante la formación de un Gobierno y obtener la estabilidad necesaria para sortear el peligro de que España quede a merced de todos los interrogantes planteados en Europa y en el escenario global.

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