La deshumanización del hombre
El terror reina ahora en la ciudad de Bruselas (Bélgica) tras el atentado de ayer. Varias explosiones en el aeropuerto de Zaventem y en la estación de metro de Maelbeek, cercana a las instituciones europeas, se han cobrado la vida de decenas de personas, sembrando así el miedo y la angustia entre toda la población. Las redes sociales se han hecho eco de la noticia, y se han facilitado números de teléfono que permitirán a los familiares de los fallecidos tener toda la información que necesiten.
Ayer, París; hoy, Bruselas. ¿Y mañana? ¿Qué le pasa a la humanidad? Estos actos son ahora tan ...
El terror reina ahora en la ciudad de Bruselas (Bélgica) tras el atentado de ayer. Varias explosiones en el aeropuerto de Zaventem y en la estación de metro de Maelbeek, cercana a las instituciones europeas, se han cobrado la vida de decenas de personas, sembrando así el miedo y la angustia entre toda la población. Las redes sociales se han hecho eco de la noticia, y se han facilitado números de teléfono que permitirán a los familiares de los fallecidos tener toda la información que necesiten.
Ayer, París; hoy, Bruselas. ¿Y mañana? ¿Qué le pasa a la humanidad? Estos actos son ahora tan comunes que parecen algo rutinario y poco sorprendente. No puedo evitar pensar si el hombre puede seguir considerándose verdaderamente humano.— Alba Torrejón Yanguas. Alcorcón (Madrid).
Una vez más el corazón de Europa ha sido golpeado con una serie de atentados en Bruselas. La mayoría de los analistas entrevistados en los medios coinciden en la necesidad de acabar con la guerra en Siria para restar poder de expansión y atractivo a las organizaciones yihadistas, como las filiales de Al Qaeda y del autodenominado Estado Islámico. Sin embargo, creo que una victoria “militar” o diplomática para los conflictos en Oriente Próximo no tendrán ningún efecto si, al mismo tiempo, no se sensibilizan aquellas comunidades que los terroristas que actúan en Europa utilizan como refugios (como el barrio de Molenbeek en la capital belga) para que aíslen sus elementos radicales.— Saverio Angiò. Madrid.
Sabíamos que estaban allí. Sabíamos que estaban armados. Sabíamos que querían matarnos. Y no hemos podido evitarlo.— Alberto Asensi Vendrell. Algemesí (Valencia).