Netanyahu se juega su Gobierno en un casino

Varios socios de coalición rechazan un plan de hoteles con ruleta y póquer en el mar Rojo

En Israel está prohibido jugar, excepto a las quinielas y la lotería del Estado. Pero a los judíos les apasiona el juego. La mafia de las apuestas ilegales saca partido del veto oficial, al igual que las timbas clandestinas de póquer. Incluso en barcos en alta mar, fuera de las aguas territoriales, la bola gira en la ruleta con descaro. Entre 1998 y 2000, miles de israelíes acudían en tropel al casino que la Autoridad Palestina permitió abrir en Jericó, en Cisjordania, al que por cierto tenían prohibido el paso los palestinos. La Segunda Intifada, la revuelta que se prolongó entre 2000 y 2005,...

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En Israel está prohibido jugar, excepto a las quinielas y la lotería del Estado. Pero a los judíos les apasiona el juego. La mafia de las apuestas ilegales saca partido del veto oficial, al igual que las timbas clandestinas de póquer. Incluso en barcos en alta mar, fuera de las aguas territoriales, la bola gira en la ruleta con descaro. Entre 1998 y 2000, miles de israelíes acudían en tropel al casino que la Autoridad Palestina permitió abrir en Jericó, en Cisjordania, al que por cierto tenían prohibido el paso los palestinos. La Segunda Intifada, la revuelta que se prolongó entre 2000 y 2005, hizo saltar por los aires el negocio. Desde entonces los israelíes han tenido que viajar a Bulgaria, Malta o Chipre para poder apostar sin arriesgarse a una multa, incluso a un arresto.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu —que recibe apoyo explícito del magnate global de los casinos Sheldon Adelson, el mismo que impulsó el fallido proyecto Eurovegas en los alrededores de Madrid—, quiere acabar ahora con la prohibición.

El pretexto oficial es reflotar la economía de Eilat, una ciudad turística de la costa del mar Rojo que ha perdido en cinco años el 40% de ocupación en sus hoteles, que dan trabajo a una tercera parte de su población activa. El jefe de Gobierno creó una comisión ministerial para desarrollar la idea y el Ministerio de Turismo le sugirió que era mejor abrir cuatro casinos en lugar de uno solo.

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La apuesta de Netanyahu ha estado a punto de costarle una fractura del Gabinete. El ministro de Educación, el nacionalista religioso Neftalí Bennett, ha plantado cara a las casas de juego. “Un casino no es la solución [para Eilat], un casino es siempre un problema. Israel no es Las Vegas”, advirtió a Netanyahu, que gobierna con una coalición de cinco partidos y una mayoría de un solo diputado en la Kneset. El ministro de Economía y líder del partido ultraortodoxo Shas, Aryeh Deri, también ha vetado el plan: “Los casinos solo sirven para enriquecer a los magnates del juego y para empobrecer a los ciudadanos”. El proyecto se ha quedado por ahora en el cajón de los asuntos pendientes.

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