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El compositor español que ha conquistado Hollywood

Superó un cáncer con 20 años, y con 31 ha ganado dos premios Goya. La nueva revista Club +Renfe entrevista al compositor español de bandas sonoras más nombrado en la meca del cine

Lucas Vidas, fotografiado por Luis Rubio.

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Club +Renfe, disponible a bordo de los trenes AVE y Larga Distancia. La nueva publicación, concebida como referente del viaje por España, de cultura y de estilo de vida, viaja a bordo de los trenes de Larga Distancia de RENFE a partir del 1 de febrero. También disponible en versión interactiva en el App Store y en Google Play para dispositivos iOS y Android.

Nos recibe en vaqueros rotos y zapatillas, como cualquier chico de 31 años, pero debajo de esta cazadora de cuero hay uno de los compositores de bandas sonoras que más...

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Este artículo fue publicado originalmente en la revista Club +Renfe, disponible a bordo de los trenes AVE y Larga Distancia. La nueva publicación, concebida como referente del viaje por España, de cultura y de estilo de vida, viaja a bordo de los trenes de Larga Distancia de RENFE a partir del 1 de febrero. También disponible en versión interactiva en el App Store y en Google Play para dispositivos iOS y Android.

Nos recibe en vaqueros rotos y zapatillas, como cualquier chico de 31 años, pero debajo de esta cazadora de cuero hay uno de los compositores de bandas sonoras que más se disputan los directores de Hollywood. Sin un punto de divismo, Lucas Vidal (Madrid, 1984) está haciendo historia, y con modestia lo sabe. Puso banda sonora en 2013 a Jobs, la película sobre la vida del creador de Apple, Steve Jobs, que protagonizó Ashton Kutcher, y acaba de ganar dos Goyas: uno por una canción escrita junto a Pablo Alborán para la película Palmeras en la nieve y el segundo por la partitura del filme Nadie quiere la noche. Un reconocimiento fuera y dentro de nuestro país que le hace vivir casi a carcajadas.

Lo suyo fue insistencia hasta que se dedicó a la música. ¿Lo tuvo siempre claro?

La verdad es que sí. De pequeño me gustaba mucho tocar el piano e improvisar. También me ha gustado siempre la música electrónica. En un principio, me cambié a un colegio en el que te preparaban para hacer carreras más convencionales, como derecho o empresariales, pero a los 16 años me fui a la universidad de Berklee (Boston), donde descubrí que existía una carrera dedicada a la música para el cine. Opté a una beca y tuve la suerte de que me la dieron. Allí conocí a mi socio, Steve Dzialowsky –que cursaba music business–, y empezamos a hacer producciones de estudiantes, a trabajar con otra gente. Siempre he estado abierto a colaborar, no me quería llevar yo todo el crédito, sino tener un grupo de gente y estar siempre en movimiento.

La suya es una profesión donde hay grandes egos. Pero su imagen más desenfadada y deportiva es de antidivo…

Creo que la música es un trabajo en equipo. Las nuevas generaciones vienen muy bien preparadas y saben que tienen que hacer las cosas bien, ser divertidos y disfrutar de lo que hacen. No puedes tomarte muy en serio tu vida, porque de lo contrario, no la llegas a disfrutar del todo.

Decidió irse a estudiar a Estados Unidos con 16 años: primero a Boston, al Berklee College of Music; luego a Nueva York, a The Julliard School, una de las más prestigiosas escuelas de arte. ¿Fue difícil no haber cumplido los veinte años y haber tenido que salir de su país en busca de su sueño?

El compositor Lucas Vidal acaba de ganar dos Goyas. Aquí, fotografiado por Luis Rubio.

Yo tuve suerte porque en Boston vivía un primo mío que es bailarín en el Boston Ballet. Vivíamos juntos y me lo pasé pipa. Además, iba y venía a España, con lo cual no perdí mis raíces. Y ahora que vivo en Los Ángeles, aunque vengo cada dos por tres, me sigo considerando muy español, en el sentido de que a veces siento nostalgia. Salir fuera, eso sí, no ha sido duro, es apasionante conocer otras culturas, y deberíamos hacerlo todos.

Es usted un ejemplo para muchos de esos jóvenes españoles que están buscando su futuro fuera de nuestro país y terminan alcanzándolo.

Yo creo que hay salida, lo más importante es luchar por tus sueños. Hay que aprender lo máximo que puedas y buscarte la vida: contactar con mucha gente, no esperar a que te llamen… Empecé en esta industria sin ningún contacto. Iba conociendo gente y enseñándoles lo que hacía. Y si no gustaba, pues me esforzaba por aprender más y hacer las cosas de la mejor manera posible. No hay que echar la culpa al sistema porque funcione o no, sino verse a uno mismo y decirse: “Voy a alcanzar mis sueños”.

A los veinte años, pasó por una experiencia muy dura, le diagnosticaron un cáncer. Supongo que algo así –y más a esa edad– te cambia para siempre.

Cambia tu orden de prioridades, te das cuenta de que lo más importante es la salud, que debes cuidarte. Luego, comprendes que tenemos un tiempo limitado aquí, que hay que aprovechar la vida y lograr tus sueños, no solo soñarlos. Eso me echó para adelante y apostar por mi carrera. Lógicamente, con los miedos y las dudas propias de la edad, pero con el esfuerzo y el sacrificio que aprendí en parte por la enfermedad. Porque no es cuestión de talento, sino de trabajar duro por lo que quieres.

¿Tiene la sensación de haberse perdido algo en esos años de preparación?

Dejé mi vida personal a un lado porque, cuando te dedicas tanto a tu profesión, vives para trabajar y no trabajas para vivir. La parte negativa es no haber salido más, no haber hecho lo que otros amigos sí han hecho. Pero no me arrepiento, es mi realidad. Aunque muchas veces me da por pensar cómo hubiera sido mi vida de otra manera.

Cuando decidió que querías ser compositor, ¿por qué eligió llegar a trabajar con música de cine?

Al llegar a Boston, comencé a participar en grabaciones tocando el piano. Conocí a otro estudiante que estaba haciendo música para películas y aluciné. A mí siempre me habían gustado las bandas sonoras, porque es una música bastante tonal, donde puedes hacer de todo: no solo es orquestal, no solo es electrónica, sino que te vas adaptando.

Los compositores de bandas sonoras tienen que dejar los egos a un lado, porque trabajan con otro ego, el del director de la película…

Totalmente, y eso es lo que más me gusta. Dejas el ego a un lado y entiendes que tu trabajo lo va a supervisar el director, y si me pide cambios, los hago sin problema. Es muy interesante estar en contacto con artistas de muy diferentes departamentos, como la fotografía, la ambientación, el vestuario, los actores… No se trata solo de hacer la música que a mí me gusta. Aprendes mucho y resulta muy creativo. Empecé haciendo géneros cinematográficos como el thriller, terror y acción. Y las tres últimas películas españolas en las que he participado –Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet, Palmeras en la nieve, de Fernando González Molina, y Real Life, de Mateo Gil– son dramas, un género en el que me siento muy cómodo. Pero sí me gustaría hacer alguna película romántica en el futuro.

Acaba de citar tres títulos dirigidos por españoles, pero en Hollywood ya tiene un estatus, trabajó incluso la banda sonora de Fast & Furious 6 (2013). ¿Cree que hay riesgo de que se quede allí para siempre, fuera de España?

No, yo tengo muy claro que quiero acabar mis días aquí, en España. Entiendo que esta carrera tiene altibajos, como todas, y que habrá momentos de mayor éxito y otros, de menos. Hay que estar preparado para ello y disfrutar del momento al máximo. Por eso no descarto volver a mi país, a España.

¿Y cómo se ve Lucas Vidal de mayor, cuando sea un señor hecho y derecho?

La verdad es que no me veo como un señor hecho y derecho [risas]. Voy a ser igual de disparate toda mi vida, tengo esa sensación. Pero lo que veo es que me gusta cambiar todo lo que pueda, cuando sé hacer algo, pues doy una vuelta de tuerca y hago otra cosa distinta. Lo que querré siempre es aprender, es lo que tengo bastante claro. Si siempre tienes ansias de descubrir nuevas cosas, si siempre quieres ser mejor persona, nunca te harás mayor.

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