Cartas al director

Enseñanza pública

Con tristeza asisto a las opiniones acerca de la enseñanza pública en España. Desde mi experiencia profesional en las aulas madrileñas considero que la raíz del problema no está en la formación de los docentes. En mis años de pizarra no he percibido esas carencias que parece que la propuesta nueva va a solventar, y sí echo de menos el prestigio social que la docencia tuvo y que este enfoque ha vapuleado más todavía.

No se subraya la reflexión acerca de la marginación social que se percibe en las aulas, de los guetos que los centros ponen en evidencia, de las carencias afectivas, de la ...

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Con tristeza asisto a las opiniones acerca de la enseñanza pública en España. Desde mi experiencia profesional en las aulas madrileñas considero que la raíz del problema no está en la formación de los docentes. En mis años de pizarra no he percibido esas carencias que parece que la propuesta nueva va a solventar, y sí echo de menos el prestigio social que la docencia tuvo y que este enfoque ha vapuleado más todavía.

No se subraya la reflexión acerca de la marginación social que se percibe en las aulas, de los guetos que los centros ponen en evidencia, de las carencias afectivas, de la falta de educación cívica que antes formaba parte del acervo común y que ahora ni los políticos más experimentados son capaces de lucir en sus respuestas parlamentarias; de los medios de comunicación que, plegados al consumo masivo, abandonaron su papel como educadores. Apuntar a la falta de conocimientos del profesorado es lo más cómodo para una sociedad que ha perdido el respeto por la educación de sus miembros.— Mónica Orduña Labra. 

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