Fracturas dentro de cada bloque

Desde 2010 las transferencias de votos entre bloques han tendido a reducirse con la progresiva pérdida de centralidad de CiU y PSC

Aunque se daba por descontado, la participación electoral ha sido récord en unos comicios que difícilmente pueden calificarse de segundo orden. El planteamiento plebiscitario de las elecciones, su importante polarización y las implicaciones que tendrá para el futuro inmediato tanto de Cataluña como de España han tenido mucho que ver.

Los partidos independentistas arrancaban con ventaja en términos de movilización e incluso parecía incrementarse durante la campaña. Los resultados indican que la movilización tardía del bloque no plebiscitario ha acortado su margen, pero, como se preveía, ...

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Aunque se daba por descontado, la participación electoral ha sido récord en unos comicios que difícilmente pueden calificarse de segundo orden. El planteamiento plebiscitario de las elecciones, su importante polarización y las implicaciones que tendrá para el futuro inmediato tanto de Cataluña como de España han tenido mucho que ver.

Los partidos independentistas arrancaban con ventaja en términos de movilización e incluso parecía incrementarse durante la campaña. Los resultados indican que la movilización tardía del bloque no plebiscitario ha acortado su margen, pero, como se preveía, ha sido insuficiente para desbancar la suma de escaños del bloque independentista.

Desde 2010, las transferencias de votos entre bloques han tendido a reducirse con la progresiva pérdida de centralidad de CiU y PSC. Sin embargo, en estas elecciones había diferentes fracturas de indecisión dentro de cada bloque.

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En primer lugar, la operación Albiol parece haber sido insuficiente para amortiguar la caída del PP frente al empuje de Ciutadans. Este partido, con un largo pedigrí antiindependentista en Cataluña, se ha convertido en el primero de la oposición y capitaliza el desgaste de la marca popular.

En segundo lugar, se ha confirmado la incapacidad de despegue de Catalunya Sí que es Pot, coalición que obtiene resultados modestos y que no ha sido capaz de articular una vía alternativa al discurso plebiscitario. La caída del PSC ha sido menos abrupta en parte gracias a este hecho.

Finalmente, la CUP no sólo se erige en árbitro en el Parlament, sino que ha sido capaz de capitalizar el soberanismo crítico tanto con la lista unitaria como con los escándalos de corrupción de CDC.

Dada esta correlación de fuerzas, se puede dar por iniciada la precampaña de las elecciones generales, las cuales determinarán qué mayoría parlamentaria y qué Gobierno deberá encarar el reto que viene desde Cataluña.

Pablo Simón es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid y editor del Colectivo Politikon.

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