Cartas al director

‘Mediterranean communities’

Dicen que viajar abre los ojos. Visitar centros de investigación situados en el extranjero es una experiencia muy enriquecedora desde que el Gobierno actual y el anterior se propusieron acabar con la ciencia en España. En ellos abundan los jóvenes doctorandos y posdocs que comprobaron que tras su increíble formación, siendo los mejores de su generación, España les recompensaba con una difícil elección: olvidar su formación y años de sudor y esfuerzo para trabajar, con suerte, en el Burger King, o hacer las maletas para nunca más volver. En algunos centros existe lo que ya se conoce co...

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Dicen que viajar abre los ojos. Visitar centros de investigación situados en el extranjero es una experiencia muy enriquecedora desde que el Gobierno actual y el anterior se propusieron acabar con la ciencia en España. En ellos abundan los jóvenes doctorandos y posdocs que comprobaron que tras su increíble formación, siendo los mejores de su generación, España les recompensaba con una difícil elección: olvidar su formación y años de sudor y esfuerzo para trabajar, con suerte, en el Burger King, o hacer las maletas para nunca más volver. En algunos centros existe lo que ya se conoce como “la comunidad mediterránea”, ya que el número de científicos españoles, portugueses e italianos es ya mayor que el de científicos nativos. Aun echando de menos la comida, la familia, los amigos y el clima, estos jóvenes encuentran en otros países un ambiente de trabajo donde sus nuevos colegas les dan la bienvenida y donde se les valora como profesionales, y como la fuente de riqueza que son. Riqueza auténtica, no como la que se consigue apilando ladrillos sin ton ni son. Quizás se encuentren tan a gusto que los perderemos para siempre.— Víctor Pablo Galván Chacón.

 

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