Cartas al director

A los Músicos

A los Músicos, con mayúsculas: a los solistas, a los coros, a los cuartetos, a los de cámara, a los de orquesta sinfónica, a los callejeros, a los grupos y orquestas que amenizan las fiestas populares de toda España, con unas voces increíbles y unas coreografías espectaculares. A los músicos de estudio y a los que tienen su auditorio al aire libre y han de luchar contra los elementos, unas veces, y, otras, intentan lograr que esa persona de la primera fila se calle y se envuelva en los acordes que salen de sus instrumentos. ¿Y qué decir del público?, se le suele llamar “el respetable”, término...

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A los Músicos, con mayúsculas: a los solistas, a los coros, a los cuartetos, a los de cámara, a los de orquesta sinfónica, a los callejeros, a los grupos y orquestas que amenizan las fiestas populares de toda España, con unas voces increíbles y unas coreografías espectaculares. A los músicos de estudio y a los que tienen su auditorio al aire libre y han de luchar contra los elementos, unas veces, y, otras, intentan lograr que esa persona de la primera fila se calle y se envuelva en los acordes que salen de sus instrumentos. ¿Y qué decir del público?, se le suele llamar “el respetable”, término que, para mí, tiene una gran carga negativa por referirse al “miedo” de los artistas a su respuesta implacable. La simbiosis entre músico y espectador existe y, cuando se logra, es el culmen de la belleza. La música nunca nos deja indiferentes, unas veces nos hace bailar, reír, cantar... otras, nos provoca tristeza, morriña, sosiego… ¡qué sé yo! Por si fuera poco, una misma composición puede generarnos sentimientos encontrados. Estamos en una sociedad en la que oímos más que escuchamos y recibimos ruido, creyendo que es música. Aprendamos a valorar a nuestros músicos y a la música.— María José Viz Blanco.

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