Cartas al director

Las reválidas

Tres Cantos, Madrid. -

Hace pocos días nos enterábamos de que el ministro de Educación había cedido ante los contrarios a la LOMCE en una cosa: estaba dispuesto a aplazar la implantación de las reválidas. En la actual educación española marca la pauta un hecho tan lamentable como incontrovertible: es muy fácil aprobar sin estudiar, lo que redunda de forma muy negativa en los conocimientos que acaban adquiriendo los alumnos.

Siendo esto así, ¿por qué se sacrifican precisamente las reválidas, que podrían ser un instrumento muy útil para obligarnos a todos, alumnos, profesores y padres (esos cada vez más abunda...

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Hace pocos días nos enterábamos de que el ministro de Educación había cedido ante los contrarios a la LOMCE en una cosa: estaba dispuesto a aplazar la implantación de las reválidas. En la actual educación española marca la pauta un hecho tan lamentable como incontrovertible: es muy fácil aprobar sin estudiar, lo que redunda de forma muy negativa en los conocimientos que acaban adquiriendo los alumnos.

Siendo esto así, ¿por qué se sacrifican precisamente las reválidas, que podrían ser un instrumento muy útil para obligarnos a todos, alumnos, profesores y padres (esos cada vez más abundantes que se descuelgan por los centros a presionar por el aprobado) a ser serios y cumplir los programas? Da la impresión de que ciertos sectores políticos y corporativos siguen prefiriendo la demagogia estéril, el halagar al padre/cliente con aprobados fáciles y, a menudo, dudosos.

Eso sí: cuando salen noticias como la de que, un año más, en 2015 nuestras universidades son irrelevantes en el ranking de Shanghái, nos rasgamos las vestiduras. La frivolidad no suele dar buenos resultados.— Pablo López Gómez. 

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