Aprendamos del error de Zapata
Sitúese en la plaza del pueblo. ¿Pegaría en la farola una foto suya en bañador? ¿Gritaría lo primero que se le pasa por la cabeza megáfono en mano? ¿Anunciaría cuándo se quedará su casa vacía porque se va de vacaciones? ¿Y a su hijo lo dejaría hacer todo lo anterior?
Las redes sociales son plazas del pueblo virtuales. Para bien o para mal, las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos. Para bien, han creado espacios de comunicaciones inmediatas y atractivas; para mal, la inmediatez y la sensación de sentirnos entre amigos provoca muchas veces que los usua...
Sitúese en la plaza del pueblo. ¿Pegaría en la farola una foto suya en bañador? ¿Gritaría lo primero que se le pasa por la cabeza megáfono en mano? ¿Anunciaría cuándo se quedará su casa vacía porque se va de vacaciones? ¿Y a su hijo lo dejaría hacer todo lo anterior?
Las redes sociales son plazas del pueblo virtuales. Para bien o para mal, las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos. Para bien, han creado espacios de comunicaciones inmediatas y atractivas; para mal, la inmediatez y la sensación de sentirnos entre amigos provoca muchas veces que los usuarios no sean conscientes de que cuando escriben algo en una red social en realidad están hablando en público. Esperemos que el error de Zapata sirva para que controlemos lo que publicamos en las redes sociales; más si cabe, cuando lo hace un menor.— David Muñoz Villaraviz.