Editorial

Triunfo yihadista

El Estado Islámico conquista dos importantes ciudades en Irak y Siria

A poco menos de un año de proclamar el califato, el Estado Islámico (EI) se ha anotado dos importantes victorias militares con la conquista, en el plazo de 72 horas, de las estratégicas ciudades de Ramadi, en Irak, y Palmira, en Siria. De poco han valido las pomposas declaraciones realizadas meses atrás sobre la necesidad de frenar a la plasmación concreta del proyecto político yihadista.

A la hora de la verdad, los bombardeos de la coalición internacional liderada por EE UU no han puesto en aprietos a una fuerza militar que sigue expandiéndose y ganando adeptos. Y el esfuerzo —en hombr...

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A poco menos de un año de proclamar el califato, el Estado Islámico (EI) se ha anotado dos importantes victorias militares con la conquista, en el plazo de 72 horas, de las estratégicas ciudades de Ramadi, en Irak, y Palmira, en Siria. De poco han valido las pomposas declaraciones realizadas meses atrás sobre la necesidad de frenar a la plasmación concreta del proyecto político yihadista.

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A la hora de la verdad, los bombardeos de la coalición internacional liderada por EE UU no han puesto en aprietos a una fuerza militar que sigue expandiéndose y ganando adeptos. Y el esfuerzo —en hombres y dinero, entre otros de España— de formar a un Ejército iraquí que se oponga con éxito al EI está más que en cuestión. Baste el ejemplo de que el Gobierno de Bagdad ha tenido que pedir voluntarios para formar una fuerza que trate de expulsar a los yihadistas de Ramadi.

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La expansión del EI no es una exótica guerra oriental que pueda ser contemplada con curiosidad desde Occidente. Es una amenaza real que ya ha actuado en y contra Europa. Cada victoria yihadista motiva a miles de personas que —por diferentes razones— pueden sucumbir a la fascinación de un mensaje de violencia que, sobre el terreno, demuestra su éxito por el momento. Si el EI destruye Palmira de nada servirán los lamentos; tampoco sirvieron para salvar Nínive y Nimrod o a los prisioneros decapitados y crucificados. Las palabras no sobran, pero no bastan.

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