Llegan las elecciones

Los partidos que se han alternado en el poder desde 1982 viven sus horas más bajas y amargas no solo por los casos de corrupción, sino porque son muy conscientes, aunque lo disimulen, y mal, de que su ciclo de poder absoluto toca a su fin.

Los ciudadanos saben que pueden, podemos, dar un giro radical a la manera de entender la política en el sur de Europa. La ciudadanía quiere otra forma de relacionarse, otros vínculos con la clase dirigente. Quiere una clase política con auténtica vocación de servicio público, no quiere más cuatreros. El votante se ha hartado de los discursos hueros, i...

Los partidos que se han alternado en el poder desde 1982 viven sus horas más bajas y amargas no solo por los casos de corrupción, sino porque son muy conscientes, aunque lo disimulen, y mal, de que su ciclo de poder absoluto toca a su fin.

Los ciudadanos saben que pueden, podemos, dar un giro radical a la manera de entender la política en el sur de Europa. La ciudadanía quiere otra forma de relacionarse, otros vínculos con la clase dirigente. Quiere una clase política con auténtica vocación de servicio público, no quiere más cuatreros. El votante se ha hartado de los discursos hueros, infantiles; ya no tolera que le halaguen los oídos con milongas y frases de azúcar. Repudia el eufemismo. ¿Aún no lo han advertido?

Esta vez sí somos conscientes de nuestra mayoría de edad. Damos la bienvenida al tiempo de los pactos, del diálogo, en definitiva, de la política, entendida como el buen gobierno de lo público, que, aunque parezca mentira, es de todos. Gobernar siempre debió ser pactar y no excluir, y jamás robar.

Llegan las elecciones y, como alguien dijo en alguna ocasión, llega la venganza del ciudadano, pues una papela, a veces, es un puñal de papel.— F. Javier Santos.