Cartas al director

Lecturas electoralistas

Cada vez que se celebran elecciones en España, surgen múltiples, variadas y contradictorias valoraciones ante los resultados. Las elecciones andaluzas no han sido una excepción. Un PSOE exultante, asumiendo sus resultados como una victoria histórica e indiscutible, a pesar de haber perdido más de 100.000 votos respecto a las anteriores. Recordemos también que ha habido un cuatro por ciento más de participación y que este resultado genera un Parlamento mucho más inestable que el anterior, cuando la estabilidad parlamentaria fue el motivo esgrimido para el adelanto electoral. El PP por su parte,...

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Cada vez que se celebran elecciones en España, surgen múltiples, variadas y contradictorias valoraciones ante los resultados. Las elecciones andaluzas no han sido una excepción. Un PSOE exultante, asumiendo sus resultados como una victoria histórica e indiscutible, a pesar de haber perdido más de 100.000 votos respecto a las anteriores. Recordemos también que ha habido un cuatro por ciento más de participación y que este resultado genera un Parlamento mucho más inestable que el anterior, cuando la estabilidad parlamentaria fue el motivo esgrimido para el adelanto electoral. El PP por su parte, que aunque en público no lo reconozca, comienza a pagar electoralmente su política de desmantelamiento de los servicios públicos, de corrupción a nivel estatal y de relatos mentirosos para explicar la realidad de sufrimiento que viven muchos españoles.

Desde mi modesta opinión estos comicios andaluces han mostrado claramente dos hechos: Una vez más, la corrupción no pasa factura a un partido, el PSOE, en una Comunidad donde se encuentra profundamente afectado por ella. Esto es una mala noticia. Por otro lado, por mucho que se intente disimular, la decadencia del bipartidismo en Andalucía es ya una realidad. Esto es una buena noticia.— Horacio Torvisco Pulido. Alcobendas, Madrid.

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Podemos ya forma parte en Andalucía de esa casta política que tanto criticaba. Espero que cumpla sus promesas y no se contagie de la misma.

Le recuerdo las más urgentes: Devolver al Pueblo los derechos y la dignidad que le han usurpado (derechos humanos, sanidad, empleo y educación); acabar con todos los privilegios de la casta política (el político sirve al Pueblo, no se sirve de él); la lucha a muerte contra la corrupción y la obligación de que se devuelva el dinero robado; despedir a todos los enchufados que han entrado en la Administración por la puerta falsa así como a sus enchufadores y cerrar todos los organismos oficiales inútiles (en definitiva, recortar todo lo recortable por arriba, en lugar de por abajo); dar los pasos necesarios para acabar desde dentro con esta Partitocracia que padecemos e instaurar una Democracia (separación de Poderes, soberanía del Pueblo, Derechos Humanos).

¿De acuerdo? Pues comienza la cuenta atrás. Tic, tac.— Rafael Bueno. Córdoba.

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