Inundaciones en el Ebro
Estoy leyendo y escuchando en estos últimos días noticias sobre las inundaciones producidas por el Ebro. En mi opinión, existen dos culpables: en primer lugar, la mano de la naturaleza, ante lo que hay muy poco que hacer, y, en segundo lugar, la mano (negra) del hombre, que no ha previsto los efectos de la anterior.
Dicho esto, tengo que decir que llevo más de 35 años trabajando de cartógrafo y he visto con fotografías aéreas gran parte de España, y no dejo de asombrarme cuando veo lo que la especulación inmobiliaria —sin hacer estudios ambientales o geológicos de ningún tipo, sin previ...
Estoy leyendo y escuchando en estos últimos días noticias sobre las inundaciones producidas por el Ebro. En mi opinión, existen dos culpables: en primer lugar, la mano de la naturaleza, ante lo que hay muy poco que hacer, y, en segundo lugar, la mano (negra) del hombre, que no ha previsto los efectos de la anterior.
Dicho esto, tengo que decir que llevo más de 35 años trabajando de cartógrafo y he visto con fotografías aéreas gran parte de España, y no dejo de asombrarme cuando veo lo que la especulación inmobiliaria —sin hacer estudios ambientales o geológicos de ningún tipo, sin previsión de niveles máximos de los cauces en época de lluvia y deshielo— ha construido todo tipo de viviendas y polígonos industriales en cauces de barrancos y ríos, playas, parajes protegidos, etcétera. Todo ello con carreteras y ferrocarriles con falta de drenajes en algunos casos, y en otros, con los drenajes obstruidos porque a causa de la crisis actual ni se limpian ni se mantienen.
De todo lo expuesto, saco la conclusión de que esto al final es noticia de dos días, como los incendios forestales, las caídas de marquesinas y árboles, accidentes con muchas víctimas de bus escolar, trenes de alta velocidad, aviones y tantas desgracias como uno pueda imaginar. Luego salen nuestros responsables políticos prometiendo medidas y reuniones de comisiones para apuntar a un culpable que no sea político. Se dedican a cantinflear durante unos días, luego el tema se queda en el olvido, hasta la siguiente desgracia.— Antonio Torres González.