‘Cate’ Aguirre y ‘Choni’ Castedo

Como veía que le daban las uvas y Mariano sin decantarse, Esperanza se ha vestido de chulapa y ha puesto al jefe en el brete de decirle que nones a una yegua ganadora

Esperanza Aguirre, en la cena de Navidad del PP de Madrid, celebrada el 15 de diciembre.juanjo martín (efe)

Sí, a los sueños. Sí, a la libertad. Sí, al amor. Sí, a mí misma, te lo juro, o sea. No, no es que me haya dado un coma diabético-etílico por todos los hectólitros de chupitos de crema de orujo que llevo metidos entre Aumentax y espalda desde el principio de los Fastos, que también. No. Es que el otro día, en la sobremesa de la Nochebuena con mis suegros, valga la antítesis, en vez de darme llorona y ponerme a cantar L'Estaca por Lluís Llach, como Monedero a la que te descuidas,...

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Sí, a los sueños. Sí, a la libertad. Sí, al amor. Sí, a mí misma, te lo juro, o sea. No, no es que me haya dado un coma diabético-etílico por todos los hectólitros de chupitos de crema de orujo que llevo metidos entre Aumentax y espalda desde el principio de los Fastos, que también. No. Es que el otro día, en la sobremesa de la Nochebuena con mis suegros, valga la antítesis, en vez de darme llorona y ponerme a cantar L'Estaca por Lluís Llach, como Monedero a la que te descuidas, me dio tan intensa que me puse a imaginarme a Esperanza Aguirre declamando como Cate Blanchett en el anuncio del perfume Sì, de Armani, y ahora no puedo quitármela de la cabeza. A Aguirre, sí, especifico, que con tanta negrita me pierdo hasta yo misma, pero a la fuerza ahorcan. Si no meto a equis famosos por párrafo en esta tribuna, me sale mi jefe con que tome ejemplo del finísimo de Boris, que para eso me pagan, y no le cuente a la peña mi asco de vida, que bastante tienen las pobres criaturas con la suya propia.

Pero bueno, a lo que iba, que no está el mercado laboral para ponerse en plan Femen del columnismo alternativo. Bueno, ni el mercado ni mis atributos pectorales, si vamos a eso, pero habíamos quedado en que los periodistas no eran noticia, con permiso de Ana Pastor, Jordi Évole y Paco Marhuenda. Tú ponte en su piel. En la de Aguirre, insisto, que la de Blanchett no es de este mundo de tan etérea, tan translúcida y tan de diosa de las antípodas. El caso es que va Esperanza, una pobre sexagenaria según se autodefine cuando le conviene, se autojubila hace tres años de presidenta madrileña para ver crecer a sus nietos, se percata de que se aburre que se mata ejerciendo de abuela y, justo ahora que ve pasar el tren de la alcaldía de Madrid por la puerta de su palacete, tiene que esperar a que un sin sangre gallego, por muy presidente del Gobierno y de su partido que sea, la señale con el índice como candidata. Pues sí, hombre, menuda es ella de ultraliberal y de mujerona para tener que esperar a que ningún varón que no sea Aznar I de España y vitalicio de FAES le de órdenes. Total, que como veía que le daban las uvas y Mariano sin decantarse, ha sido ella misma la que se ha plantado en la calle de Alcalá con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera, y ha puesto al jefe en el brete de tener que decirle que no a un caballo —perdón, yegua— ganador —perdón, ganadora— en plena carrera por la igualdad de oportunidades.

Ahora, para posfeminista radical, dueña de su destino y lideresa 3.0, la exalcaldesa de Alicante, Choni, perdón, Sonia Castedo. Mientras que otras ilustres procesadas tragan carros y carretas y no renuncian ni aunque se lo pida de rodillas Su Majestad su hermano por no hacerle un feo al padre de sus cuatro hijos, la edila ha cortado por Facebook con sus 335.000 conciudadanos como quien corta por whatsapp con un maromo de una noche tonta. Talmente como la tal Chloé del anuncio de la colonia homónima, ahora que lo pienso. He bebido demasiado.

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