Editorial

Pekín y Tokio hablan al fin

Tras años de desencuentro entre ambos países, sus mandatarios se entrevistan en China

Pese a la manifiesta desgana de ambos y a la tensión evidente de su gesto, el apretón de manos en Pekín entre el presidente chino y el primer ministro japonés tiene un alto valor político en las circunstancias presentes. Xi Jinping y Shinzo Abe han conversado solo 25 minutos al amparo del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, pero su encuentro, primero de ambos dirigentes nacionalistas desde su llegada al poder en 2012, rompe una peligrosa dinámica de hostilidad, cultivada por las dos partes, que ha acercado a sus países al enfrentamiento armado.

Ni China ni Japón son inocentes e...

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Pese a la manifiesta desgana de ambos y a la tensión evidente de su gesto, el apretón de manos en Pekín entre el presidente chino y el primer ministro japonés tiene un alto valor político en las circunstancias presentes. Xi Jinping y Shinzo Abe han conversado solo 25 minutos al amparo del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, pero su encuentro, primero de ambos dirigentes nacionalistas desde su llegada al poder en 2012, rompe una peligrosa dinámica de hostilidad, cultivada por las dos partes, que ha acercado a sus países al enfrentamiento armado.

Editoriales anteriores

Ni China ni Japón son inocentes en su letanía de desencuentros y agravios, azuzados en los últimos tiempos por la escalada de su disputa por unos islotes en el mar oriental de China en poder de Tokio y cuya soberanía reclama Pekín, en alas de un expansionismo naval que también ha crispado sus relaciones con vecinos como Vietnam o Filipinas. Si los líderes chinos abonan cuidadosamente el sentimiento antinipón entre sus nacionales (que el presidente Xi no ha hecho nada por amortiguar), Tokio tampoco contribuye a disipar sus causas. Shinzo Abe, como anteriores jefes de Gobierno, sigue acudiendo al santuario donde se rememora a los soldados japoneses muertos, entre ellos 14 criminales de guerra convictos. Esas visitas son prueba para Pekín de que Japón sigue sin asumir su atroz pasado militarista.

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Que Pekín y Tokio, segunda y tercera economía mundiales, que solo en 1972 normalizaron relaciones diplomáticas, hayan convenido en reanudar su diálogo sobre política exterior y establecer un canal directo de comunicación militar es un paso adelante. El siguiente debería ser someter su disputa marítima a un arbitraje internacional. El tímido deshielo escenificado el lunes en Pekín debe representar el comienzo de una nueva fase en las relaciones de dos países cruciales para la estabilidad de Extremo Oriente.

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