Cartas al director

El enemigo en casa

La decapitación del periodista estadounidense James Foley a manos del Estado Islámico (IS) es una atrocidad más de este grupo que debe alertarnos aún más. Desde nuestras cómodas vacaciones de verano recibimos esta noticia como algo lejano, cosa de tres locos. Pocos se dan cuenta de que el IS es un grupo fuerte, internacional y muy sólido. Su único fin es extender su doctrina, pensamiento y forma de vivir en todo el mundo y no van a parar hasta conseguirlo. La ventaja es que creen en algo y están dispuestos a morir por ello, mientras que en occidente hemos olvidado los valores por los que somos...

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La decapitación del periodista estadounidense James Foley a manos del Estado Islámico (IS) es una atrocidad más de este grupo que debe alertarnos aún más. Desde nuestras cómodas vacaciones de verano recibimos esta noticia como algo lejano, cosa de tres locos. Pocos se dan cuenta de que el IS es un grupo fuerte, internacional y muy sólido. Su único fin es extender su doctrina, pensamiento y forma de vivir en todo el mundo y no van a parar hasta conseguirlo. La ventaja es que creen en algo y están dispuestos a morir por ello, mientras que en occidente hemos olvidado los valores por los que somos más o menos libres. Para agravar más la situación, el verdugo de la decapitación de Foley parece ser que es británico. He aquí el gran problema. El IS posee muchísimo apoyo en todo el mundo (no hay más que darse una vuelta por las redes sociales) y muchos de sus seguidores viven en nuestros países. Tenemos al enemigo (IS) en casa. Es cómodo apartar la vista y cerrar los ojos cuando estamos en la playa en traje de baño con un mojito delante. Precisamente, si no nos lo tomamos más en serio y las autoridades no ayudan, quizá nuestros hijos o nietos no tengan la oportunidad de disfrutar del mojito como nosotros.— Santiago Esteban.

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