Cartas al director

Un paso al frente

A veces, pienso en el tiempo en que era un niño y debía asumir la responsabilidad por mis travesuras. Aunque a mí entonces no me lo parecía, estar obligado a dar un paso al frente y cargar con las consecuencias formaba parte de una sana educación dirigida a que despertase la moralidad en mi conciencia. Me ayudó a descubrir que los actos siempre tenían una repercusión.

Hoy, veo como en los cielos de Ucrania y en la franja de Gaza siguen cometiéndose travesuras —crímenes de guerra para ser precisos— y, a pesar de que la gravedad de sus consecuencias —el asesinato de inocentes— es infinita...

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A veces, pienso en el tiempo en que era un niño y debía asumir la responsabilidad por mis travesuras. Aunque a mí entonces no me lo parecía, estar obligado a dar un paso al frente y cargar con las consecuencias formaba parte de una sana educación dirigida a que despertase la moralidad en mi conciencia. Me ayudó a descubrir que los actos siempre tenían una repercusión.

Hoy, veo como en los cielos de Ucrania y en la franja de Gaza siguen cometiéndose travesuras —crímenes de guerra para ser precisos— y, a pesar de que la gravedad de sus consecuencias —el asesinato de inocentes— es infinitamente superior a la de una lámpara rota, nadie da un paso al frente para hacerse responsable. En el panorama internacional el ser humano no ha madurado, y no ha abandonado el comportamiento ingenuo y vergonzoso propio del niño que ha colado una pelota al otro lado de un muro. Pero ya no hay autoridad. Ha sido sometida por la voluntad de un niño mimado.

He descubierto que los actos inmorales no siempre tienen una repercusión, y ese hallazgo me hace preguntarme si en algún momento dejamos de ser niños.— Carlos Rudolf Mur.

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