Cartas al director

Tras la independencia

Si observamos las estadísticas relativas a los países del mundo que se han independizado en las últimas décadas vemos que, tras la independencia, una gran mayoría de ellos ha perdido población y ha perdido riqueza. Hay algún caso en que se ha producido una relativa mejora económica, pero se debe a que el país en cuestión ha pasado a convertirse en satélite de una gran potencia, con lo que la independencia ha sido más bien “dependencia”.

Es comprensible que, llevados por el amor a su tierra, algunos ciudadanos se planteen la autodeterminación, pero la pasión no debe prevalecer sobre la r...

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Si observamos las estadísticas relativas a los países del mundo que se han independizado en las últimas décadas vemos que, tras la independencia, una gran mayoría de ellos ha perdido población y ha perdido riqueza. Hay algún caso en que se ha producido una relativa mejora económica, pero se debe a que el país en cuestión ha pasado a convertirse en satélite de una gran potencia, con lo que la independencia ha sido más bien “dependencia”.

Es comprensible que, llevados por el amor a su tierra, algunos ciudadanos se planteen la autodeterminación, pero la pasión no debe prevalecer sobre la razón, y la razón nos indica que la independencia, más que la solución de un problema, es el inicio de otros mucho más graves. Amar a Cataluña es amar su lengua, su cultura y su prosperidad, y en eso coincidimos muchos ciudadanos de Cataluña y del resto de España. Pero identificar el amor a Cataluña con el afán independentista es una malintencionada tergiversación de la realidad.— Carlos Osorio García de Oteyza. 

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