Una trama de espionaje a famosos y políticos tiene en alerta a Dinamarca

Un experiodista de la revista 'Se&Hør' desvela en un libro la manera en que la publicación conseguía informaciones Con la ayuda de empleados de bancos seguían los movimientos de las tarjetas de crédito

Joaquín y Marie de Dinamarca.CORDON

Cuando en mayo de 2008, tras la boda real del príncipe Joaquín, segundo hijo de la reina Margarita, con la princesa Marie, en la Iglesia de Møgeltønder (Jutlandia, Dinamarca), la revista sensacionalista Se&Hør publicó que Canadá era el tan celosamente guardado destino de la luna de miel de la pareja, nadie podía imaginarse las -aún no probadas pero ya denunciadas- irregular forma en la que la publicación consiguió la información. Fue gracias al seguimiento de los movimientos de las tarjetas de crédito con que...

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Cuando en mayo de 2008, tras la boda real del príncipe Joaquín, segundo hijo de la reina Margarita, con la princesa Marie, en la Iglesia de Møgeltønder (Jutlandia, Dinamarca), la revista sensacionalista Se&Hør publicó que Canadá era el tan celosamente guardado destino de la luna de miel de la pareja, nadie podía imaginarse las -aún no probadas pero ya denunciadas- irregular forma en la que la publicación consiguió la información. Fue gracias al seguimiento de los movimientos de las tarjetas de crédito con que la Casa Real danesa había pagado los billetes de avión y los hoteles de los príncipes. Una práctica que, según acaba de publicar el experiodista de la revista, Ken B. Rasmussen, en su libro Livet, det forbandede (La maldita vida), se llevó a cabo en Se&Hør de forma constante desde 2008 hasta 2013. El libro agotó, en su primer día en las librerías, toda su primera edición.

Rasmussen explica que, durante cinco años, el semanario pagó de forma sistemática dinero negro -unos 1.300 euros al mes- a un empleado de la entidad bancaria Nets para que le facilitara, vía sms, detalles sobre pagos y localizaciones que destacados hombres y mujeres de la sociedad danesa hacían con sus tarjetas de crédito.

Así se obtuvo información de las facturas de actores en una tienda de París o políticos que saldaban la cuenta de un hotel en Berlín. Entre los políticos espiados están el ex primer ministro liberal Lars Løkke Rasmussen y Morten Helveg Peterse, exdiputado y actual cabeza de lista a las elecciones europeas por el Partido Radical Liberal, único hasta el momento que ha presentado ya una denuncia contra Aller Media, editora de la revista, por un posible espionaje cuando mantenía una relación con una conocida periodista de televisión del país. Otros posibles espiados amenazan con seguir sus pasos en un caso que se conoce ya como el News of the Word danés.

La Policía ha abierto una investigación y ha realizado algunos registros. Varias de las compañías afectadas, incluidas Aller Media y Nets, han iniciado sus propias inspecciones sobre un caso que se ha cobrado ya la primera víctima. Henrik Qvortrup, redactor jefe de Se og Hør entre 2001 y 2008, ex asesor del ex primer ministro danés y hoy secretario general de la OTAN, Andres Fogh Rasmussen, era hasta hace dos días uno de los principales analistas políticos del país en el canal privado de televisión TV2. Este caso le ha obligado ha renunciar al puesto y además, ha visto como otras empresas para las que trabajaba de asesor han prescindido de sus servicios, el banco Nordea entre otros. Este jueves por la noche apareció por primera vez ante la prensa y se limitó a decir que “no tengo ningún comentario que hacer al respecto.”

Los hechos insinuados en La maldita vida, de Rasmussen, acaparan estos días los titulares de todos los medios de comunicación daneses y han ganado fuerza tras unos correos electrónicos que el tabloide BT dice tener en su poder y que confirmarían que dos ex redactores jefe de Se&Hør, Henrik Qvortrup y Kim Henningsen, y otros 14 empleados sabían del espionaje. De ellos, siete han sido enviados a casa por sus actuales medios de comunicación, mientras la policía mantiene la investigación abierta. De demostrarse su implicación, podrían enfrentarse hasta a seis años de cárcel.

En Dinamarca, un país en el que el sentido de la justicia, la ley y la honestidad parecen intrínsecos al propio individuo, no se da crédito a lo que parece que está pasando. “La gente está en estado de shock”, admiten desde DR, la radio y televisión públicas que durante las últimas horas han emitido varios monográficos sobre los límites de los medios para acceder a la información.

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