Cartas al director

Un país de piratas

“Yo no soy ningún pirata, solamente pongo el barco”. Así de claro habló el fundador de Megaupload al ser encarcelado por piratería en Nueva Zelanda. Y tenía razón.

España es uno de los lugares donde se realizan más descargas ilegales, somos un país de piratas. Sin duda es tentador tener a un clic cualquier canción, o peli que nos apetezca, la sensación de impunidad es total. Lo conseguimos todo con tanta facilidad que, finalmente, acabamos creyendo que es nuestro derecho apropiarnos gratuitamente del trabajo de otros y buscamos cualquier argumento que justifique nuestra conduct...

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“Yo no soy ningún pirata, solamente pongo el barco”. Así de claro habló el fundador de Megaupload al ser encarcelado por piratería en Nueva Zelanda. Y tenía razón.

España es uno de los lugares donde se realizan más descargas ilegales, somos un país de piratas. Sin duda es tentador tener a un clic cualquier canción, o peli que nos apetezca, la sensación de impunidad es total. Lo conseguimos todo con tanta facilidad que, finalmente, acabamos creyendo que es nuestro derecho apropiarnos gratuitamente del trabajo de otros y buscamos cualquier argumento que justifique nuestra conducta, normalmente, la carestía del precio legal. Pero que algo sea caro no justifica que dejemos de pagarlo. Si esto fuese así, no abonaríamos el recibo de la luz y saldríamos derrapando de las gasolineras.

En un momento en el que acostumbramos a manifestarnos indignados por los recortes en nuestros sueldos, convendría recordar que los creadores, en general, son trabajadores como nosotros y nos estamos quedando con parte del suyo. Tendríamos que pensarlo al realizar una descarga o mejor, tendríamos que dejar de descargar. Pero como este ejercicio de responsabilidad cívica me parece una utopía, la única solución pasa por eliminar sin contemplaciones las páginas que ofrecen los contenidos enriqueciéndose a costa del trabajo ajeno.

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Si leer un libro o ver una peli es un placer al que no renunciaremos, estaría bien que empezásemos por apoyar a aquellos que nos lo proporcionan en lugar de convertir su trabajo en una profesión de alto riesgo. Meditemos un poco y abandonemos el barco, no nos llevará a buen puerto.— Sara Arambillet Salvador.

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