Cartas al director

Indiferentes ante la pobreza

En una ciudad catalana una familia con seis hijos, cinco de ellos menores de edad, ha estado subsistiendo sin ningún ingreso durante meses. Se les denegó en dos ocasiones la percepción de la Renta Mínima de Inserción Social por la falta de “un papel”. Este caso, no excepcional desgraciadamente, habría pasado totalmente inadvertido sin el desgraciado incendio de su vivienda —que habían ocupado tras haber sido desahuciados— en el que fallecieron cuatro de sus hijos.

Es muy preocupante la indiferencia casi general con la que asistimos al sufrimiento y la progresiva marginación de muchos de...

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En una ciudad catalana una familia con seis hijos, cinco de ellos menores de edad, ha estado subsistiendo sin ningún ingreso durante meses. Se les denegó en dos ocasiones la percepción de la Renta Mínima de Inserción Social por la falta de “un papel”. Este caso, no excepcional desgraciadamente, habría pasado totalmente inadvertido sin el desgraciado incendio de su vivienda —que habían ocupado tras haber sido desahuciados— en el que fallecieron cuatro de sus hijos.

Es muy preocupante la indiferencia casi general con la que asistimos al sufrimiento y la progresiva marginación de muchos de nuestros conciudadanos. Nos rasgamos las vestiduras ante la propuesta alemana de repatriar a ciudadanos europeos sin trabajo mientras colaboramos, de forma activa o pasiva, en la exclusión económica y social de nuestros vecinos de calle.

Desde hace años en Cataluña existe el temor de sufrir una fractura de la sociedad por motivos lingüísticos o de adhesión nacional mientras un sector cada vez más números de la sociedad está simplemente quedando al margen de la sociedad.

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¿Alguien se ha planteado si con este grado de cohesión se pueden afrontar retos políticos como los que saturan la agenda política y los espacios de comunicación?— Antoni Agustí. Olot, Girona.

Dos informes recientes, uno sobre pobreza infantil y otro sobre pobreza energética, indican que nuestro país sufre un enorme drama con muchos apellidos y solo un nombre: pobreza.

Mientras los indicadores macroeconómicos señalan una leve recuperación, los indicadores reales muestran la verdadera situación por la que están pasando millones de españoles que no ven ni de lejos la famosa luz al final del túnel y mucho menos están en condiciones de atravesar con éxito el Cabo de Hornos.

La pobreza se está instalando en nuestra sociedad, aumentando la desigualdad; y lo que es más grave, con una condición cada vez más estructural que coyuntural. El problema de fondo es reconocer si existe una verdadera voluntad para acabar con ella o si algunos, los que deciden, consideran que es un daño colateral para mostrar al mundo que hemos salido de la crisis.

La frialdad de las cifras y las iniciativas políticas hace que me decante por esto último, cuyas consecuencias estamos padeciendo. Por mucho que se empeñen la pobreza no se puede esconder bajo la alfombra del crecimiento del PIB.— Álvaro Abril Aparicio. Valladolid.

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