Elio di Rupo, un primer ministro sin complejos

Las imágenes sin camisa del mandatario belga inundan los rotativos de su país El político admite que pensó en suicidarse tras ser acusado injustamente de pederastia

La espalda desnuda de Elio di Rupo, que aparece de frente, a la derecha.Cordon Press

Elio di Rupo no es un primer ministro al uso. Es fácil encontrarse al jefe de Gobierno belga por la calle, saliendo del gimnasio sin escolta o una tarde-noche de domingo caminando por el centro con amigos. Tampoco es habitual que el máximo dirigente de un país permita la emisión de imágenes con su espalda al aire mientras se cambia de camisa o que sugiera en una entrevista que pensó en el suicidio cuando fue acusado injustamente de pederastia. Di Rupo, en campaña para las elecciones que deben decidir si en tres meses continuará al frente de Bélgica, ...

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Elio di Rupo no es un primer ministro al uso. Es fácil encontrarse al jefe de Gobierno belga por la calle, saliendo del gimnasio sin escolta o una tarde-noche de domingo caminando por el centro con amigos. Tampoco es habitual que el máximo dirigente de un país permita la emisión de imágenes con su espalda al aire mientras se cambia de camisa o que sugiera en una entrevista que pensó en el suicidio cuando fue acusado injustamente de pederastia. Di Rupo, en campaña para las elecciones que deben decidir si en tres meses continuará al frente de Bélgica, hace algunas cosas que parecen vetadas a líderes de otros países.

El hombre que logró sacar del marasmo político a Bélgica tras encadenar 541 días sin Gobierno pasó uno de los momentos más duros en 1996. Los rumores de que Di Rupo, abiertamente homosexual, había participado en una red de pederastia llegaron a la primera página de los periódicos. Y el entonces primer ministro, Jean-Luc Dehaene, le sugirió que abandonara su cargo de número dos del Gobierno.

“Dejé su despacho a las tres de la madrugada. Estaba aturdido, como si me hubieran dado un martillazo en la cabeza. Me veía en un agujero negro. Totalmente impotente. Eran los otros los que decidían sobre tu culpabilidad o inocencia”, aseguraba en una entrevista a la revista flamenca Humo. Fue entonces cuando el líder socialista francófono barajó la idea del suicidio. “Había decidido que era insoportable seguir viviendo con la etiqueta de pedófilo en la frente. Era un infierno”, añade.

Pero el ajuste de cuentas con su pasado no es el único motivo por el que Di Rupo ha acaparado estos días el debate en su país. Una escena de apenas tres segundos aparecida en el canal flamenco Vier demuestra que este hombre de 62 sigue estando en buena forma. La imagen de Di Rupo semidesnudo ha acaparado más de un titular; y no necesariamente en la sección de política.

La espalda más poderosa de Bélgica se grabó el pasado mes de julio, en plena ola de calor para los estándares bruselenses, pero no ha salido a la luz hasta ahora. Y, más importante, lo ha hecho con el consentimiento de la oficina del primer ministro. ¿Una operación de imagen para mostrar a un Di Rupo rejuvenecido antes de unas elecciones con unos nacionalistas flamencos al alza? Es posible. ¿Una imagen vergonzosa para la dignidad del país? Es la opinión de algunos comentaristas y políticos de la oposición.

“Estoy escandalizado y avergonzado. ¿En qué otro país del mundo, un jefe de Estado o de Gobierno se rebajaría así y banalizaría su función? ¿Sería imaginable que Obama, Hollande, Rajoy, Merkel o Cameron se desvistieran en su habitación frente a una cámara?”, se preguntaba el diputado liberal Alain Destexh. “Es el súmum de la indecencia”, concluyó la periodista de Le Soir Emmanuelle Praet.

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