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Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Los espacios sin nombre

FOTO: Sandra Péreznieto

En el bosque de Chapultepec, el gran parque urbano que México D.F. ha sabido conservar, el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo es uno de los mejores ejemplos de cómo una tradición y una cultura locales pueden digerir y responder a una corriente internacional. Construido entre 1979 y 1981 por Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, el edificio suma paralelepípedos escalonados para integrarse en el para...

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FOTO: Sandra Péreznieto

En el bosque de Chapultepec, el gran parque urbano que México D.F. ha sabido conservar, el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo es uno de los mejores ejemplos de cómo una tradición y una cultura locales pueden digerir y responder a una corriente internacional. Construido entre 1979 y 1981 por Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, el edificio suma paralelepípedos escalonados para integrarse en el paraje y, a la vez, evocar la luz y la materialidad de la arquitectura prehispánica. Así, desde su solidez moderna, este inmueble tan asentado como radical forma ya parte de la historia de la arquitectura y, a la vez, del anaquel de los edificios sin fecha evidente.

A la arquitecta Tatiana Bilbao la invitaron a dialogar con ese inmueble fuera del tiempo y arraigado en un bosque y ella quiso dejar claro que solo estaba de paso. También que ese paso podía ser muy fructífero ofreciendo juego, exploración, preguntas y nuevos puntos de vista con poco más que tablones de madera, cálculos estructurales y mucho ingenio. La proyectista explica que su estructura –que es a la vez andamio, grada, terraza, mirador, escalera y zona de reunión- quiso establecer un diálogo entre el museo y el bosque durante la semana del diseño de la ciudad (México Design Week). Pero, ¿cómo relacionar a una pareja tan compenetrada que apenas necesita ya hablarse? Bilbao y su equipo optaron por “observar y respirar el uno desde el otro”. Así, buscaron la oposición de una intervención ligera y, a la vez, el encuentro entre dos polos opuestos en un nuevo espacio por definir y, por lo tanto, sin nombre.

La madera es el material idóneo para lidiar con la temporalidad, la ligereza, el presupuesto y los plazos constructivos que requería el proyecto. Pero son los usuarios los que definen, cada día, la extensión y el uso del mismo. La estructura lúdica y generosa no solo acerca al visitante a otras caras del museo (como los taludes en la fachada posterior), también abre la caja de truenos de las infinitas posibilidades de uso para una arquitectura que no necesita nombre.

Comentarios

Estos juguetes ya nos los has traído otras veces. Están muy bien.http://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/2013/09/escalera-sin-fin-en-la-tate.htmlhttp://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/2013/09/es-ya-arquitectura-o-es-todav%C3%ADa-andamio.html
Cierto, ya había aparecido en artículos anteriores montajes como este. Siguen resultando muy efectivos

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