Cartas al director

Coherencia entre palabras y actos

Los ciudadanos pagamos las consecuencias de las fobias y las filias de nuestros gobernantes. Hace unos años el actual ministro Gallardón, cuando empezaron a nacer los primeros niños con anticuerpos del sida, dijo que esos niños serían adoptados por familias cristianas. No recuerdo que él lo hubiera hecho. Ahora, ante su polémica ley del aborto, en la que pasa por encima del derecho de la mujer a decidir como adulta responsable sobre su deseo o no de maternidad, vuelve a tomarse como ejemplo y nos dice que él y su mujer proseguirían un embarazo de un niño gravemente enfermo y no por ello aborta...

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Los ciudadanos pagamos las consecuencias de las fobias y las filias de nuestros gobernantes. Hace unos años el actual ministro Gallardón, cuando empezaron a nacer los primeros niños con anticuerpos del sida, dijo que esos niños serían adoptados por familias cristianas. No recuerdo que él lo hubiera hecho. Ahora, ante su polémica ley del aborto, en la que pasa por encima del derecho de la mujer a decidir como adulta responsable sobre su deseo o no de maternidad, vuelve a tomarse como ejemplo y nos dice que él y su mujer proseguirían un embarazo de un niño gravemente enfermo y no por ello abortarían. Si sus palabras fueran coherentes con sus actos, espero que esté ya preparándose para adoptar un niño gravemente enfermo, ya que han pasado la edad de procrear. Es que los ciudadanos estamos hartos de la frivolidad, de palabras reñidas con actos consecuentes. Por otra parte, creo que todo profesional de la función pública debería saber que lo que él haría no es necesariamente lo mejor. También estamos cansados de oír que se imponen decisiones basadas en creencias religiosas cuando esos supuestos cristianos de la política luego se olvidan de algunos mandamientos, en especial del “no robarás”. Por favor, usen la razón, dejen elegir a los actores de los diferentes dramas y no se pongan de ejemplo que lo que nos falta son casos de ejemplaridad en la función política.— Beatriz Salzberg.

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